miércoles, 2 de diciembre de 2015

Sucesos Extraordinarios







Este libro debe ser de alrededor de 1950. Es de las antiguas ediciones de: Saturnino Calleja, de las que solía hablar Luis Alberto Sánchez.

He leído relatos en verdad extraordinarios. Cofres que vuelan y fósforos que se hacen lucir, aun estando sin encenderse. De un Mohandú a quien el turbante se le cayó de la cabez, y un hecho al parecer cotidiano, quedó marcado en el calendario de todos los vecinos de una ciudad y pasarán los años y no lo van a olvidar.

El cuento de un joven príncipe que aprendió la ciencia y arte de buscar el bien de la spersonas, a través del ejercicio de la profesión de médico.

El relato de dos gemelos que se enamoraron de una misma chica y el destino los convirtió en dos rocas inmensas y de en medio de ellas se escurre una corriente de agua que dicen tiene sensibilidad de mujer.

Y finalmente las aventuras del Barón de la Castaña, el que viajó a la luna y para descender de ella tuvo que tejer una gigantesca soga hecha de paja. Quien para entrar en un fuerte, se montó sobre una bala de cañón en el instante mismo que que el proyectil salía disparado del ánima del cañón y que a medio camino desistió de su empresa y se montó en otra bala que venía disparada del fuerte con dirección a los compañeros de batalla del Barón.

En lo cuentos, no hay límites... puede pasar de todo.

(FIn)
El libro no cita autoría.

Autor de la nota: Carlos Torres

Soy Narrador y Cuentacuentos. Para funciones y presentaciones, contactarme al fono 996583864, o escribir a: ctorres1000@yahoo.es

lunes, 23 de noviembre de 2015

Juan salió de viaje






Dicen que un pueblo de Armenia muy cerca de la frontera con Turquía, vivía un joven que gustaba de compartir un cuento, Era un Narrador. La gente se reunía para escucharle. Las palabras que pronunciaba el narrador eran seducción pura. Oídos y ojos estaban atentos a los más mínimos detalles. Cuando el relato llegaba a su fin, los aplausos eran la sonora manifestación de todos los escuchas. Una niña se acercó al joven y le preguntó:

-¿De dónde sacaste esa historia? ¿Hay más en ese lugar de dónde le sacaste? Yo quiero escuchar otras historias.
-Esa historia, ese cuento, me lo relataba mi madre. Yo siempre le decía: cuéntamelo otra vez.

Y así día tras día el narrador compartía su cuento. Siempre el mismo. Es que no conocía otro. El numeroso público que antes lo escuchaba de a pocos fue disminuyendo. Ya se sabían todo el relato, ya no había expectativa. Querían más. Pero el narrador no conocía más historias.

Un poco con tristeza. Un poco con esperanza, el narrador partió de su pueblo. Es que se fue a buscar historias. Anduvo por quebradas. Trepó montañas. Cruzó ríos. Recorrió llanuras. Después de varios días de caminata divisó una villa poblada. Apuró el paso y entró en la localidad. Preguntó el nombre del pueblo y le dijeron: Ararat. Los vecinos le miraban con desconfianza, es que no solían recibir visitas de forasteros.

Él joven se ubicó en la plaza. Tendió un manto sobre el piso. Se descalzó. Se paró sobre el manto y dio comienzo a su narración. Salvo dos mujeres y un niño, nadie más se acercó. Terminó la historia, dobló el manto y se fue a buscar una posada y algo de comer. Ya instalado en un local, cenó. Mientras pensaba en la experiencia de su fallida narración vio que una chica le observaba. Ella también estaba cenando. El narrador se acercó. Le saludó con una sonrisa. Ella correspondió.

Ambos se embarcaron en un ameno hablar. No se conocían, pero había algo que despertó entre ellos una mutua confianza. Soy Narrador dijo él. Soy la guardiana de la memoria de este pueblo, dijo ella.

-¿Memoria?
-Sí. La memoria de Ararat. La historia. Lo que ocurrió.
-¿Y dónde está esa memoria?
-En la Casa del Recuerdo.
-¿Me llevas?
-Vamos

Y ambos se fueron. Cruzaron una plaza, se metieron por una estrecha calle y llegaron a una construcción de piedra. Ella abrió la puerta, encendió una lámpara y la llama con su fulgor iluminó un salón. Había una mesa y un estante. Ella se dirigió al estante, abrió una puerta y aparecieron una serie de objetos, idénticos y bien alineados. Ella le dijo: estos objetos se llaman libros. Cogió uno, lo llevó a la mesa y lo abrió. Invitó al Narrador a que mirara. El vio unas marcas sobre el papel. Con sus dedos pasaba las hojas y todas tenían esas marcas, signos y figuras.

-¿Qué es?
-Escritura que cuenta de donde vinieron los pobladores de Ararat. Veo que nunca antes habías visto un libro.
-No. Nunca.

Ella comenzó a leer:

Hace mucho tiempo, en la región de Anatolia, existió un pueblo muy activo y trabajador. Los vecinos año a año lograban mucho progreso. La cosecha en el campo era abundante y el ganado se multiplicaba con generosidad. Les gustaba cantar y danzar. Narraban historias y pintaban. Realizaban portentosas esculturas, gustaban también de la poesía. Era un pueblo culto. Ocurrió que un poderoso imperio conquistó toda la Anatolia y entonces, la vida para los antiguos residentes se volvió muy dura e imposible de sostenerse. No les quedó otra opción que emigrar y buscar nuevas tierras. Se prepararon para la partida. Cada familia iba escogiendo que llevaba. No había posibilidad de trasladar muchos enseres. Algo de ropa, algún mueble y comida para el viaje.

Ese pueblo tenía un tesoro: libros. A lo largo de los años, habían juntado muchos libros comprandolos de los comerciantes y viajeros que se allegaban a visitarlos. Además en el pueblo se alentaba el escribir.

Todos se dijeron: Nos llevamos los libros así no podamos transportar otra cosa. Así que construyeron un gran carretón para el que usaron gruesa madera, y allí acomodaron los libros. Las familias partieron…

Ella detuvo la lectura. El pidió que siguiera y le dijo: yo quiero aprender esos signos. Ana, que así se llamaba la guardiana de la memoria le dijo: ven mañana y comenzaré a enseñarte.
Y así día tras día, el joven narrador ponía todo su empeño para aprender esos signos. Un día logró leer una frase: Juan salió de viaje.

-Eso me gusta.
-¿Qué te gusta?
-Juan salió de viaje.
-¿Por qué?

-Es que me pongo a imaginar, adonde se fue. Por cuanto tiempo. ¿Va a regresar? Esa es una historia. Yo la quiero contar. Le voy a ir aumentando adonde se fue, si pasó frío. Si tuvo miedo. Si conoció a alguien.

Viendo el entusiasmo del Narrador, Ana decidió contarle cómo fue que se convirtió en guardiana. Dijo: fue por mi padre, quien también fue guardián gracias a su propio padre. Van ya tres generaciones de custodios. La gente del pueblo de a pocos se va olvidando de su memoria y son muy escasos los que vienen a la Casa del Recuerdo.

El joven narrador leía libro tas libro. Conoció de los orígenes del pueblo de Ararat. De las técnicas que los antepasados usaban para obtener mejores cosechas. De cómo afrontaban las tormentas y la forma de buscar remedio para las épocas de sequía.

Una tarde, a eso de las 5, el Narrador nuevamente se paró en la plaza. Llevaba un tambor. Se puso a tocarlo. La gente acudió. En poco tiempo el público fue numeroso, y comenzó así:

“He aprendido de su historia. Su pasado es de gloria. Sus padres antiguos fueron unos seres grandiosos. Ellos para llegar hasta aquí a Ararat tuvieron que atravesar nevados y cruzar llanuras. Fueron días de dificultad, pero no se detuvieron. Sabían que no debían volver la vista atrás, que el objetivo era avanzar y llegar a una región que los pueda acoger y lo lograron…”

Le gente escuchaba. El sol se ocultó, pero el narrador continuaba con su historia. Los escuchas seguían con total atención el relato. Las horas pasaban, el cielo se estaba volviendo azul, señal de un pronto amanecer. El sol comenzó a despuntar.

“… si lo lograron, porque por más duras que fueron las jornadas ellos no se rindieron. Así como las tinieblas ceden a la luz del día, ellos hicieron ceder a la adversidad y victoriosos se posesionaron de Ararat y aquí construyeron sus vidas”

El Narrador se detuvo y miró a los vecinos. Ellos hicieron vivas, saltaron y abrazaban al Narrador. Habían escuchado su historia.

Por la tarde, el Narrador se acercó a la Casa del Recuerdo. Había mucha gente preguntando por la memoria, por la historia, por los libros. Ana la guardiana, la bibliotecaria, atendía el entusiasmo de sus vecinos.

El Narrador la visitó para anunciarle que partía. Que seguiría en su empeño de buscar historias. Ella le preguntó cómo se llamaba. Él le dijo: Juan.

(FIN)

Autor: Carlos Torres

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jueves, 5 de noviembre de 2015

Las Columnas de la Iglesia de La Merced


Por los años de 1550 el conquistador Francisco de Herrera solicitó a que de Europa le remitieran columnas de granito para adornar con ellas el patio de su casa en la calle de la Encarnación.

Llegado el buque al Callao, se procede a desembarcar las pesadas columnas. No hubo pericia en la operación y varias de las columnas cayeron al mar, y el dueño se resignó a perderlas, hacinando las que le eran inútiles en el traspatio de su casa.

Comendador de la Merced era por entonces el padre Juan de Vargas, quien, acercándose al acaudalado conquistador, que era además uno de los benefactores del convento, le dijo:

-Vengo a pretender de vuesa merced, cuya religiosidad y desprendimiento conozco, que me haga donación de las columnas para adornar con ellas el frontis de mi iglesia.
-Cuente con las columnas su reverencia: mas si espera sacar las que faltan del fondo del mar, dígole que habrá hecho pan de hostias.
-De eso no se le dé cuidado a vuesa merced -replicó el comendador,- que lo esencial para mí es contar con su aquiescencia. Lo demás lo encomiendo a mi santo patrón Pedro Nolasco, y fío en él que hará un milagrito en pro de su casa de Lima.

Un año después, y en los meses en que se efectúa la braveza de mar que los náuticos llaman el cordonazo de San Francisco, las olas del Callao se alborotaron furiosamente y arrojaron a la playa las columnas. Sólo una de ellas había sufrido pequeña lesión.

Estas columnas son las que hoy puede contemplar el lector en la primorosa fachada del templo de la Merced.

Fuente, tradición de Ricardo Palma: Historia de unas columnas.




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miércoles, 4 de noviembre de 2015

Pintadita







Una mañana Pituka observa cómo unos tipos a caballo persiguen a una vicuña, esta por defender a su crío es alcanzada por el fuego de un mauser. La niñacha Pituka coge a la vicuña bebé y la lleva a su vivienda. La adopta y se encarga de crianza.

Tiempo después a la choza de Pituka llega un guardia civil y se produce el siguiente diálogo:

-¿Cómo se llama tu Vicuñita?
-Se llama Pintadita, taita.
-¿Cómo la cogiste Pituka?. ¿No sabes acaso que las vicuñas son del gobierno?
-Mi abuela dice que las Vicuñas son los ganaditos de los Aukis, taita, que son sus animalitos. Yo no robé a Pintadita. Si tu wiraqocha autoridad, dices que son del Gobierno, ¿por qué el no las protege y agarra a los hombres que las persiguen para matarlas?....

Vendo: Pintadita
Cuento sobre la Vicuña.
Autor: Alfonsina Barrionuevo.
Editorial Arica
64 páginas
Con ilustraciones a cargo de Kukuli Velarde Barrionuevo (9 años de edad)
Año de edición: No hay registro. Estimo es de 1978
El libro tiene hojas de las llamadas bulki. Posee ilustraciones a color.

No se si ayude a la venta este comentario, pero confieso que el cuento me produce emotividad y hasta cierta impotencia. Anotar si, que en medio de todo la situación de la vicuña ha mejorado. Hay una mayor conciencia sobre el respeto a su vida.

Precio: 15 soles






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martes, 3 de noviembre de 2015

Gran caminata ecológica








Hace unos años, de pura casualidad vi un aviso en la televisión. Se anunciaba un programa de celebración de turismo ecológico: Ruraltour. Se iba a celebrar en un pueblecito a unas dos horas de camino de Tarma.

No necesité de más. Compré mi boleto y me fui a Tarma un viernes por la noche. Llegado a la ciudad preguntaba y preguntaba sobre el Ruraltour. No había noticias. Yo recordaba el nombre del poblado y busqué movilidad para dirigirme hacia allí.

Llegué. La plaza estaba vacía. Me dije: la información no era certera. Pregunté a un vecino y me respondió: Sí, aquí es el Ruraltour. Esperé. Fueron llegando otros visitantes, y en unas dos horas éramos ya un buen número. Pocos pero suficientes.

Hubo danzas, visitas guiadas, comida regional, fogata de camaradería y fiesta de clausura. Pero lo que más me impactó fue la ejecución de una canción hecha por una anciana maestra de la localidad. Ella vestía de fiesta con su pollera multicolor, y llevaba un tamborcito. Iba diciendo las coplas y el compás del tambor le hacía de voz segunda. De pronto una delegación de una lejana comunidad hizo su aparición. Traían una vicuñita que era parte del ganado comunal. La maestra comenzó a entonar nuevamente su canción, ahora ofrendando su actuación a la hermosa vicuña. Fue un momento espectacular. Todo sonido cesó. Hasta el viento detuvo su hablar. Solo se escuchaba la voz de la cantante. Yo miraba a la maestra, miraba la vicuñita, miraba las montañas, miraba el cielo.

La actividad del Ruraltour se ha repetido año a año. Yo fui a su primera versión. Tiempo después acudí a la séptima temporada. Había más actividad y la organización involucraba ya a muchas personas, pero no fue igual a la que viví en la sierra de Junín, cerca de Tarma.

(FIN)
Autor. Carlos Torres

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miércoles, 28 de octubre de 2015

Recuerdos








El día domingo 25 fue día de contada. Ya de regreso, llegué al cruce de jirón de la Unión con el jirón Ica. Eran como las siete de la noche. Juancha y Mariacha, unos muñecos de trapo y maché, por lo avanzado de la hora se iban a descansar.

Saludé a mis amigos, al Titiritero (así con mayúscula), al Claun, y quiso la casualidad que estuviera también allí mi Maestro de Narración quien iba acompañado de su esposa y sus dos niñitas hijas.

De pronto el Titiritero obsequió a cada niña con un muñeco, un payasito de cono ensamblado en papel de colores y con forma de pequeño barquillo. Yo vi cuando las niñas lo recibían. Una de ellas le dijo a su papá: "Ten mi lobo" (así, sin la G)... es que ella quería tener las manos libres para coger al muñeco, y también quería tener los ojos libres para mirarle solo a él.

Yo veía la escena y me recordaba cuando de niño un amigo de mi tío me obsequió una manzana de las que el como ambulante vendía. Roja manzana, muy jugosa y dulce, como jamás hasta ahora he vuelto a probar una.

Ese domingo día de contada, vi a un Titiritero (sí, así con mayúscula) que con su trabajo, agasajaba a las hijas de su amigo. Ellas a medida que pasen los años van a recordar ese momento... si lo sabré yo, que aún ahora, y con un cierto calorcito en la garganta mientras esto escribo, sigo relamiéndome con aquella manzana que una tarde me invitaron.

(FIN)
Autor: Carlos Torres


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lunes, 19 de octubre de 2015

Cuentos Matemáticos







¿Se hace dificil el motivar a los alumnos el gusto por las matemáticas?

Una opción, es emplear el cuento. Ofrezco el servicio de narración de historias sobre temas de matemáticas para estudiantes a partir de los 10 años.

Consultas al:
Celular: 996583864
E-mail: ctorres1000@yahoo.es

O escribir un comentario en esta entrada.

Saludos.


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domingo, 18 de octubre de 2015

La aparición del hombre huanca





El hacedor del mundo, Con Ticsi Viracocha, creo la tierra y los seres que la poblaron. Hizo brotar un manantial en Huari de donde salió la primera pareja huanca: Atay Imapuramcapia, el varón, y Uruchumpi, la mujer. Ellos fundaron en ese lugar el primer pueblo. Sus hijos empezaron a poblar otras comarcas. Pero sus descendientes, dicen, con el tiempo, ingratos, se olvidaron de su creador y adoraron al dios Huallallo Carhuincho.

El creador Con Ticsi Viracocha, por esto los castigó. Fueron sometidos por los invasores huaris que vinieron del sur. El dios Huallallo Carhuincho huyó hacia el este pero fue convertido en el nevado Huaytapallana, al que podemos ver desde que el sol despunta.

Los huancas, arrepentidos, para honrar a su creador y guardar memoria de su origen, construyeron el templo de Huarivilca y veneraron el verdadero hacedor con el nombre de Apo Con Ticsi Viracocha Pachayachachi. Allí se realizaban grandes ceremonias y le presentaban ofrendas y sacrificios.

El templo de Huarivilca era una imponente construcción cuadrangular de piedra que se convirtió en centro religioso de toda la región.. De él emergía un manantial sagrado de aguas cristalinas. Hasta allí iban a purificarse las parejas que llegaban en peregrinación desde todas las grandes parcialidades del mundo huanca: Xauxa, Lurinhuanca, Ananhuanca y, el último Chuncos y Chongos.

(Tomado de: Lecturas Huanca, editado por Tierra Adentro Tradiciones, año 1977. Página 9.

La pintura es de: Dámaso Casallo,un imponente pintor nacido en Chupaca y radicado en Huancayo que ha logrado cautivar a los críticos por el estilo histórico - costumbrista que lo caracteriza (tomado de la página jhony.by)


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miércoles, 14 de octubre de 2015

La lucha entre el águila ya la serpiente







Relato de Costa Rica

El príncipe Narija estaba tratando de cazar un águila para hacer con sus plumas un adorno para el día de la Fiesta del Sol. Desde lo alto de la cordillera lanzaba sus flechas, pero el águila escapaba a ellas extendiendo sus majestuosas alas.

El príncipe no sabía que hacer; de pronto, vio algo que se acercó volando y cayó al suelo, a sus pies. Narija se acercó a ver que era, ¡y cuál no sería su sorpresa cuando vio que era el águila, y que entre sus garras se movía el cuerpo de una serpiente!

El reptil que estaba enroscado en el cuello del águila, no le dejaba respirar, y el príncipe se dio cuenta de que el águila iba a morir ahorcada si el no la ayudaba. Entonces golpeó con su lanza la cabeza de la serpiente, y con las manos retiró el cuerpo del reptil que estaba oculto entre el plumaje del águila. La serpiente, al ver que había perdido su presa, atacó a Narija, pero el joven se defendió dándole muerte con una piedra. Mientras tanto, el águila sacudió su plumaje y se elevó al cielo.

Sorprendido el príncipe Narija y sin saber qué hacer, decidió regresar al pueblo, pues el Sol comenzaba a ocultarse y teñía el cielo de rojo.

Mientras andaba, Narija pensó que el color del cielo era igual al de la sangre de la serpiente y se preguntó: “¿Acaso con esto el gran Sol me agradece la ayuda que le presté al águila?”

Al acercarse al templo vio que sus pensamientos se habían convertido en realidad: En los muros del templo estaba grabada, por manos invisibles, la imagen del águila y la serpiente.

Desde entonces el águila es para los nahuas y los aztecas símbolo de grandeza, y la serpiente la fuerza de la tierra, que ataca y mata. Por ello, estos pueblos jamás volvieron a cazar águilas para adornarse con sus plumas.

(FIN)

Tomado de: "Leyendas de nuestra América" de Ute Bergdolt Walschburger. Editorial Norma. Año 2008. Páginas 87, 88 y 89

La ilustración es de la WEB: ixcatarsis.bligoo.com.mx


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martes, 29 de septiembre de 2015

El árbol de las mariposas










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Cuenta la leyenda, que hace tiempo, los árboles podían ir de un lado para otro, porque siempre era primavera y el viento los acariciaba suavemente. Pero un día, los árboles de hoja ancha se volvieron vanidosos y desafiaron al viento. Decían que eran tan fuertes y flexibles que ni el más terrible de los huracanes podía arrancar sus hojas. El viento se enfadó y aceptó el desafío. Los árboles de hoja fina se refugiaron en las montañas. Los otros esperaron al viento, y empezó el temporal.

El viento sopló con tanto ímpetu que arrancó las hojas de los más soberbios. También arrancó a seres delicados del aire: las mariposas.

Un árbol de hojas finas vio una nube de mariposas azotada por el viento. Estaban a punto de perecer arrastradas por el huracán. Algunas extenuadas dejaban de aletear y se estrellaban contra el suelo. El árbol no podía permitir que se perdiera algo tan bello, así que abandonó su refugio e intentó salvarlas. El viento soplaba tan fuerte que arrancó sus hojas pero, el extendió sus ramas y todas la mariposas encontraron en ellas refugio.

Cuando cesó el huracán, las mariposas volaron libres y fueron a buscar un lugar más cálido, porque el viento sopló tanto que había traído el invierno.

Los árboles no podían moverse ni huir, porque habían transformado sus pies en raíces para no ser arrastrados por el huracán. El viento pensó que vivir siempre sin hojas sería un castigo exagerado, pero para que los árboles orgullosos no olvidaran nunca su orgullo,
todos los años se llevaría sus hojas y traería el invierno.

Al llegar otra vez la primavera, a todos los árboles les brotaron hojas nuevas. Bueno a todos no, porque al de las hojas finas que había salvado a las mariposas no le salía ninguna. Estaba triste, entonces las mariposas, agradecidas se posaron en él para hacer hojas. Nunca nadie ha visto un árbol tan hermoso. Hicieron esto tanto tiempo, que se convirtieron en hojas de verdad. Y así es como nació el Ginkgo, el árbol sagrado del Japón.

Tomado del Blog: Akane.

"El árbol de las mariposas"
Carlos cano. "Cuentos para todo el año"
Páginas 53 a 61. ANAYA, año 2001



sábado, 26 de septiembre de 2015

Un desmemoriado


DE: Tradiciones en Salsa Verde de Don Ricardo Palma.

Nota: El texto tiene algunas palabras subidas de tono, Estas son las tradiciones que Palma hacía conocer en un círculo muy reducido.

Cuando en 1825 fue Bolivar a Bolivia, mandaba la guarnición de Potosí el coronel don Nicolás de Medina, que era un llanero de la pampa venezolana, de gigantesca estatura y tan valiente como el Cid Campeador, pero en punto a ilustración, era un semisalvaje, una bestia a la que había que amarrar para afeitarlo.

Deber oficial era para nuestro coronel, dirigir algunas palabras de bienvenida al Libertador, y un tinterillo de Potosí se encargó de sacar de atrenzos a la autoridad escribiéndole la siguiente arenga:

"Excelentisimo Señor; hoy al dar a V.E. la bienvenida, pido a la divina Providencia que lo colme de favores para prosperidad de la Independencia americana. He dicho".
Una semana pasó Medina fatigando con el estudio de la arenga la memoria que, como se verá, era en él bastante flaca.

En el pueblecito de Yocoya, a poco mas de una legua de Potosí, hizo Medina para la tropa que lo acompañaba presentase las armas y, deteniendo su caballo delante del Libertador, dijo después de saludar militarmente:

-Excelentísimo Señor... (gran pausa), excelentísimo Señor Libertador... (mas larga pausa)... -y dándose una palmada en la frente, exclamó: ¡Carajo!... Yo no sirvo para estas palanganadas, sino para meter lanza y sablear gente. Esta mañana me sabía la arenga como agua, y ahora no me acuerdo ni de una puñetera palabrota: Me cago en el muy cojudo que me la escribió.

-Déjelo, coronel -le contestó Bolivar sonriendo-, yo sé, desde Carabobo y Boyacá, que usted no es más que un hombre de hechos, y de hechos gloriosos.

-Pero eso no impide, general que yo reniegue de esa memoria tan jodida que Dios me ha dado.

(FIN)



viernes, 25 de septiembre de 2015

El libre albedrio


Había una vez un imán y en el vecindario vivían unas limaduras de hierro. Un día a dos limaduras se les ocurre bruscamente visitar al imán y empezaron a hablar de lo agradable que sería la visita. Otras limaduras cercanas sorprendieron la conversación y las embargó el mismo deseo. Se agregaron otras y al fin todas las limaduras empezaron a discutir el asunto y gradualmente el vago propósito se transformó en impulso. ¿Por qué no ir hoy?, dijeron algunas, pero otras opinaron que sería mejor ir al día siguiente. Mientras tanto, sin advertirlo, habían ido acercándose al imán, que estaba muy tranquilo, como si no se diera cuenta de nada. Así prosiguieron discutiendo, siempre acercándose al imán, y cuanto más hablaban más fuerte era el impulso, hasta que las más impacientes declararon que irían ese mismo día, hicieran lo que hicieran las otras. Se oyó decir a algunas que su deber era visitar al imán y que ya hacía tiempo que le debían esa visita. 

Mientras hablaban, seguían inconscientemente acercándose. Al fin prevalecieron las impacientes, y en un impulso terrible la comunidad entera gritó: “Inútil esperar. Iremos hoy. Iremos ahora. Iremos en el acto”. La masa unánime se precipitó y quedó pegada al imán por todos lados. El imán sonrió porque las limaduras de acero estaban convencidas de que su visita era voluntaria.

(FIN)






Es un relato de Heskesh Pearson, y citado por Jorge Luis Borges, en el prólogo de Cuentos de Oscar Wilde de Editorial Atlántida.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Yucas






El sol golpeaba duro, y ella caminaba como mirando al infinito. Vestía una minifalda excepcionalmente corta. Una ligera blusa, completaba su ropaje.

Los que si no miraban al infinito eran los transeúntes. Ella taconeaba sobre el asfalto. Hacía calor, y un ligero viento agitaba su cabello. 

Las piernas de ella devoraban distancias, y varios pares de ojos con fruición miraban esos andantes muslos.

Una vieja viendo el revuelo que causaba el taconeo, en voz alta expresó: 

-¿Y quien quiere ver esas chuecas yucas?

Todos en el acto despertaron. Ella siguió caminando. Los miradores también.

FIN

Autor. Carlos Torres

martes, 22 de septiembre de 2015

El hombre que calculaba: división de tres entre tres


Un sabio le solicitó a Beremís (el hombre que calculaba) a que dijera un sencillo relato donde se planteara una división de 3 entre 3 pero que no se efectúe, y que también hubiera una división de 3 entre 2, pero que no dejara residuo. Beremís escuchó y dijo:

El león, el tigre y el chacal, abandonaron salieron a recorrer el mundo. En un momento el león fatigado se sentó y dijo: tengo hambre.

El chacal se ofreció llevarlos a un prado que el conocía y donde aseguraba que la caza era abundante, fácil, al alcance de las garras, y exenta de cualquier peligro. El león ordenó: "Vamos".

Al caer de la tarde, guiados por el chacal, llegaron los viajeros a lo alto de un monte donde se divisaba una pequeña y verde planicie. En medio del valle se hallaban descuidados, ajenos a los peligros que los amenazaban, tres pacíficos animales: una oveja, un cerdo y un conejo. Al avistar la fácil presa, el león sacudió la abundante melena en un movimiento de incontenida satisfacción. Se dirigió al tigre y exclamó:

"Tigre admirable! Veo allí tres hermosos y sabrosos manjares. Tú, que eres listo y experto, debes saber dividir con talento tres entre tres. Haz, pues, con justicia y equidad, esa operación fraternal: dividir tres entre tres cazadores. El vanidoso tigre respondió así:

"La división que generosamente acabáis de proponer -¡oh rey!- es muy simple y se puede hacer con bastante facilidad. La oveja, que es el mayor de los tres bocados, y el más sabroso, os toca por derecho. Aquel cerdo flaco, sucio y maloliente, que no vale una pierna de la hermosa oveja, será para mí, que soy modesto y con bien poco me conformo. Y, finalmente, aquel minúsculo y despreciable conejo, de reducidas carnes, indigno del paladar refinado de un rey, corresponderá a nuestro compañero el chacal, como recompensa por la valiosa indicación que hace poco nos proporcionó.

-¡Estúpido, egoísta! –rugió, enfurecido, el león, lleno de indescriptible furia-. ¿Quién te enseñó a hacer divisiones de esa manera? ¿Dónde viste una división de tres por tres, hecha de ese modo?

Y, levantando su pesada pata, descargó sobre la cabeza del desprevenido tigre tan violento golpe, que lo tiró muerto a algunos pasos de distancia.

En seguida se volvió al chacal, que asistiera aterrado a aquel trágico final de la división de tres por tres y así le habló:

- Mi querido chacal. Siempre tuve de tu inteligencia el más alto concepto. Sé que eres el más ingenioso y brillante de los animales de la floresta. Te encomiendo, pues, el hacer esa división simple y banal, que el estúpido tigre (como ya acabaste de ver) no supo efectuar satisfactoriamente. ¿Estás viendo, amigo chacal, aquellos apetitosos animales: la oveja, el cerdo y el conejo? Pues bien: dividirás las tres piezas entre nosotros dos. ¡Nada más sencillo que dividir tres por dos! Haz los cálculos, pues deseo saber qué cociente exacto me corresponde.

-No soy más que un humilde y rudo siervo de Vuestra Majestad –dijo el chacal, en tono humildísimo de respeto-. Debo, pues, obedecer ciegamente la orden que acabo de recibir. Voy a dividir, como si fuera un sabio geómetra, aquellas tres piezas entre nosotros dos. La división matemáticamente exacta es la siguiente. La admirable oveja, manjar digna de un soberano, es para vuestros reales caninos, pues es indiscutible que sois el rey de los animales; el bello cerdo, del cual oigo los armónicos gruñidos, debe ser también para vuestro real paladar, y el inquieto conejo, con sus largas orejas, debe ser saboreado por vos, como sobremesa, ya que a los reyes, por ley tradicional entre los pueblos, les pertenecen, de los opíparos banquetes, los manjares más finos y delicados.

-¡Chacal incomparable! –exclamó el león, encantado con el reparto que acababa de oír-. ¡Qué agradables y sabias son tus palabras! ¿Quién te enseñó ese artificio maravilloso para dividir con tanta perfección y acierto, tres por dos?

-El zarpazo con que vuestra justicia castigó, hace un instante, al tigre arrogante y ambicioso, me enseñó a dividir con certeza tres por dos cuando de esos dos uno es el león y otro el chacal. En las matemáticas del más fuerte, pienso que el cociente es siempre exacto, y al más débil, después de la división, ni el resto le debe tocar.

El sabio habiendo escuchado el relato de Beremís, quedó encantado y admirado de lo que conocía el Hombre que Calculaba.



martes, 1 de septiembre de 2015

Zorba el griego







Cuando era yo muy niño y asistía a la escuela primaria, escuchaba en la radio y en la televisión sobre una película que estaba causando furor. Se refería a la protagonizada por el actor Anthony Quinn. Yo me decía: ¿Qué tendrá esa película que dicen es tan buena?

Solía leer el diario: El Comercio. Gustaba de leer los domingos la sección: El Dominical. Me pasaba también varios minutos mirando el listín cinematográfico. Me sabía la memoria el nombre de los cinemas, a los cuales nunca había ido siquiera. Miraba los anuncios con fotos de las películas y solo con observarlas, pues ya en mi mente me hacía toda la trama y escenas de la historia. Esto es algo que no podía hacer con la producción: Zorba el Griego. Yo veía la figura de una persona con los brazos abiertos, y eso era todo.

Pues me preguntaba y re-preguntaba que habrá de ver en Zorba el Griego.

Hasta que una mañana de domingo, lo recuerdo bien, ya que acababa de regresar de la misa del catecismo. En la esquina de mi casa. Sí en la esquina, en el lugar donde muchas cosas suelen ocurrir. La esquina, referente por antonomasia de las calles de nuestra ciudad. "Point" de encuentro de los vecinos. Bien, en la esquina hizo su aparición mi amigo Kliber, así se llamaba él. Kliber que era algo mayor que todos los chicos del barrio nos decía que el si sabía de que iba Zorba el Griego. Lo miramos ansioso a que comience con la contada, y el empezó: 

"Es un baile. Dos hombres bailan. Elevan los brazos y bailan en la playa y suena una música".

¿Y eso es todo?, le dijimos.

El dijo: Sí. Y acompañando su respuesta alzó los brazos, estiró una pierna hacia adelante, luego esa misma pierna atrás. Después se agachó y palmeó sus manos y otra vez la pierna hacia adelante. Mientras hacía su danza, tarareaba una melodía.

Han pasado muchos años. Yo aun recuerdo la melodía que tarareó Kliber, y para mis lectores, aquí la anoto:

Tarán
Tarán
Tarararán

Tarán
Tarán
Tarararán

Ta ta ta ta ta ta ta ta.

(FIN)

Autor. Carlos Torres

domingo, 30 de agosto de 2015

ROMA AL REVÉS es AMOR






Esta es la historia que cuenta por qué Roma se llama así. Según se dice, que, acá existió una bella joven, tan linda, que se enamoró de un joven bien parecido y agraciado; pero el chico era pobre y la chica muy rica, pues, su padre era uno de los gringos que vivían aquí en Roma. Es decir, esto pasó en los tiempos de los gringos. Pero ellos seguían nomás.

El papá de la joven no estaba de acuerdo que su hija se uniera a dicho joven, una porque era muy pobre y otra porque aborrecía al padre del muchacho y además ¿Cómo un chico del campamento se iba a enamorar de la señorita de la casa hacienda? Es por eso que era un amor imposible.
Su padre hizo lo siguiente para que ella no lo siguiera viendo,: encerró a su hija en su cuarto con llave y le dijo que tratara de olvidarlo.

La china se sintió muy sola. "Tu y yo mi gran amor" y nada más, decía. Un recuerdo lejano queda, quizá. "Soledad mía, arrinconarte en mi corazón. Recuerdos hermoso, sigue viviendo más allá, en mis sueños, anhelo despierto, late mi corazón y no estás. No me abandones ¿Vive! ¿Amor ingrato, dónde estás?, dicen que había escrito. Y sufría mucho y mucho porque no podía amar a su príncipe, por así decirlo.

Entonces, al ver que no podía realizar sus sueños, de verse casada con el hombre a quien amaba, de que no lo iban a dejar vivir su felicidá, de que era ya imposible todo ese cariño, decidió terminar con su vida y se mató.

De igual manera hizo el jovencito al ver que ya su amor era imposible. Ni podía verla ni nada, además no era aceptado por nadie, ni a nadies amaba ya él, por lo que decidió morir.

Por eso, y desde que pasó este acontecimiento, todos los lugareños sintieron mucha pena, mucho cariño y en memoria de ese gran amor, aquí en este pueblo, todos decidieron llamar a este tranquilo y hermoso lugar: ROMA, que al revés se lee: AMOR.

(FIN)

Quien narró esta historia dice que MEMORIA, es la potencia del alma mediante la cual se recuerda lo pasado.


(Contado por doña Teresa Argomeda de Palacios - 1948)
Tomado de: Tras las huellas de la memoria - tradición oral y cultura peruana.

Gonzalo Espino Relucé, compilador
Convenio INC - OEI
Año 1993

Roma, antiguamente Tulape es un centro poblado de la región de La Libertad.


Soy Narrador y Cuentacuentos. Para funciones y presentaciones, contactarme al fono 996583864, o escribir a: ctorres1000@yahoo.es

martes, 25 de agosto de 2015

Furuya No Mori


Había una vez, en una alejada cabaña, en un lejano lugar, un viejito y una viejita cuya única posesión era un caballo muy flaco. Una noche de lluvia, el lobo de la montaña se acercó a la casa con la intención de comerse al caballo. Se asomó silenciosamente por la ventana y oyó a los viejitos conversando con voz muy baja.

-Viejita, tú, ¿a qué le tienes más miedo?
-Mmm... sin duda, al lobo. Y tu, viejito, ¿a qué le tienes más miedo?, ¿tambén al lobo?
-¡Nooo!... ¿yo? ¿miedo al lobo? ¡qué le voy a temer al lobo! Mil veces más miedo me da Furaya no Mori. Ojalá no lo tengamos por aquí esta noche.

El lobo se sorprendió mucho al escuchar esto.

-Caramba, ése al que le tienen más miedo que a mí, el tal Furuya no Mori, ¿quién diablos será?

Plic, ploc, plic, ploc: finalmente la lluvia comenzó a filtrarse por el viejo techo.

-¡Ay, viejito! Lo que temías...
-¡Tenía que venir!... Esta noche no podremos dormir.

Al escuchar el alboroto de los dos viejitos, el lobo salió huyendo.

Justo en ese momento, apareció por allí un ladrón que había venido a robar el caballo. Al toparse con el lobo que salía corriendo, creyó que éste era el caballo y se le subió al lomo.

-¡Te atrapé! -dijo el ladrón.

El lobo se asustó aun más.

-¡Aaaahhh, me agarró Furuya no Mori!

Y corrió a más no poder. Tratando de sacárselo de encima, el lobo saltaba, brincaba y se retorcía.

-¡Qué buen caballo! Me gusta lo fuerte que es. Lo podré vender a muy buen precio. ¡No lo soltaré por nada! -Y el ladrón se agarró aun más fuerte l cuello del lobo.

-¡Me... me... ahogo! -El lobo estaba totalmente desesperado.

Finalmente amaneció y, con la luz de la mañana, el ladrón se dio cuenta del terrible error que había cometido.

-¿Qué? ¡No es un caballo! ¡E..e... es el lobo! ¡A...a...auxilio!

El ladrón se soltó justo cuando el lobo estaba dando un gran salto y, para su mala suerte, terminó cayendo en un profundo hoyo.

-¡Uff! ¡Me libré! ¡Qué suerte! Un poco más y me come -se dijo el lobo.

Al regresar al bosque contó su aterradora experiencia a los otros animales.

-Anoche me atrapó Furuya no Mori y no tienen idea del susto que me llevé. Ahora está inconsciente dentro de un hoyo. ¡Vamos todos a acabar con él!

Guiados por el lobo, los animales del bosque llegaron hasta el lugar, y se asomaron temerosos al oscuro hoyo; pero sólo escucharon el sonido del silencio.

Entonces el mono dejó caer su larga cola y, cautelosamente, tanteó dentro del hoyo.

Adentro, el ladrón, que hasta ese momento había estado inconsciente, volvía en sí. Al ver la cola del mono creyó que era una soga y saltó para agarrarse a ella.

-¡Ay!... Furaya no Mori me mordió la cola. ¡Ay, ay, ay! ¡Auxilio!

Mientras los animales jalaban al mono para salvarlo, el ladrón también jalaba con todas sus fuerzas para salir del hoyo. Con tanto forcejeo, finalmente la cola se rompió. El ladrón se quedó con una gran parte de la cola y todos los animales huyeron despavoridos llevándose el pobre mono.

Dicen que desde entonces el mono japonés tiene la cola corta y, por el gran esfuerzo que hizo aquella vez, la cara roja.





¡Y quién era Furuya no Mori?

Con esta expresión el viejito, en su graciosa habla particular, quería decir "furui ie no amamori", que en japonés significa "goteras del techo de una casa vieja". ¡Vaya confusión la del lobo!

(FIN)


Tomado de: Cuentos Tradicionales del Japón (Taller de Traducción Akebono). Mukashi mukashi, aru tokoro ni... Edición de la Asociación Peruano Japonesa, Año 1999.

Soy Narrador y Cuentacuentos. Para funciones y presentaciones, contactarme al fono 996583864, o escribir a: ctorres1000@yahoo.es