lunes, 13 de febrero de 2017

Un mayordomo






1
Hace poco tiempo en mi pueblo un hombre recibió el cargo de mayordomo y reunió a toda su familia para que lo ayudara.

-Ya no faltan sino pocas semanas y todavía no tengo nada -dijo triste el mayordomo.

Entonces la familia se reunió una mañana muy temprano antes de amanecer y empezaron a conversar sin darse cuenta que el gato de la casa les estaba escuchando.

2
Esta familia tenía cuatro animales: una oveja, un chancho, un gallo y un gato.

-Tenemos que vender nuestros animalitos -dijeron.

-Vamos a matar a la ovejita para el convite -dijo uno de ellos.

-También el chanchito venderemos para comprar ropas y el gallito para comprar aguardiente.

3
El gato escuchaba nomás y haciéndose el dormido hasta roncaba. Pero cuando la familia salió a trabajar al campo, el gato se fue rápido donde sus amigos los animales.

Entonces los animalitos muy asustados, decidieron salir de la casa junto con el gato.

Esperaron la noche y despacito se escaparon. Como el gato veía en la oscuridad, iba delante de todos enseñando el camino.

4
Al día siguiente, los dueños fueron a buscar a los animalitos, para llevarlos a matar y vender, pero no encontraron a ninguno.

Entre tanto, los animalitos rápido, rápiso, estaban corriendo en el campo. La oveja, el chancho y el gallo, no tenían hambre porque comían hierbas, pero el gato estaba sin comer desde la noche anterior.

-Espérense ustedes aquí -dijo el gato -yo voy a buscar mi alimento, no se muevan, no se vayan a otro sitio.

Así caminando se fue el gato, olfateando, olfateando, sintió el olor de la carne. Despacito, muy callado siguió el olor a ver donde lo llevaba. -Voy a comer rico -decía.

5
Y así llegó a una cueva y encontró un pedazo de carne, cogió la carne y buscó un escondite para que nadie lo vea. Encontró una pequeña ventana muy oscura y se puso a comer tranquilo. Mientras estaba comiendo sintió un ruido y vio como entraban a la cueva dos pishtacos. Estos pishtacos habían asaltado dos viajeros muy ricos, les habían cortado sus cabezas y traían amarrados los cuerpos en sus mulas. Los pishtacos también habían llegado con dos bolsas llenas de monedas de plata que llevaban los viajeros.

6
Así con todo, con mucho ruido entraron en la cueva. Los pishtacos habían amarrado las mulas a sus pies, mientras iban contando el dinero.

Todo esto miraba el gato muy asustado.

Cuando de repente tropezó con una cabeza y la hizo caer a donde estaban los pishtacos y las mulas.

Las mulas se asustaron y salieron corriendo y como estaban amarradas a los pies de los pishtacos, arrastraron a los dos pishtacos fuera de la cueva.

Los pishtacos fueron gritando de dolor; mientras las mulas corrían y los arrastraban hasta que murieron.

7
Así quedó la cueva sin dueño. La cueva con todo el dinero que habían asaltado los pishtacos. El gato salió en busca de sus compañeros. Los encontró en el mismo sitio muy asustados, porque hacía rato que el gato se había ido.

-Vengan a esta cueva de los pishtacos, que ya están muertos. Allí hay un tesoro para nosotros.

-¿Para qué queremos nosotros el oro? -dijo la ovejita.

-No seas sonsa -respondió el gato -Llevaremos todo ese oro a nuestros amos y con eso podrían hacer la fiesta de su cargo y no tendrán que matarnos ni vendernos.

8
Volvieron entonces muy rápido a la casa; donde encontraron a sus amos que estaban llorando por sus animalitos.

-Nosotros mismos tenemos la culpa -decían los amos- Ellos han huido porque queríamos matarlos y venderlos.

Cuando de repente el gallo empezó a cantar y el cerdo y la ovejita hacían oír su voz. Salieron corriendo los dueños y abrazaron a sus animalitos.

Los animalitos los jalaban y jalaban -¿Qué quieren? -preguntaba el señor a su mujer.

-No sé, mejor vamos a seguirlos -respondió la mujer. Así toda la familia fue con los animalitos, hasta la cueva donde encontraron el tesoro de los pishtacos.

9
El señor que lo habían nombrado mayordomo, se puso muy contento junto con su mujer y sus hijos.

-Ya no tengo que matar ni vender a mis animalitos -decía.

-Con lo que ellos han encontrado, compraré todas las cosas para la fiesta -dijeron.

10
Dicen también, que en ese pueblo que yo conozco pasó algo muy extraño el día de la fiesta; porque de repente los animales del señor mayordomo, se convirtieron en personas y empezaron a bailar con los hijos del señor mayordomo.

FIN

Tomado de: Relatos Andinos. Octubre 2002. Páginas 21 a 30.



viernes, 3 de febrero de 2017

La Luna y su esposa.









1
Antiguamente la Luna era un hombre que vivía en la tierra. La Luna-Hombre tenía su esposa y dos hijos. A su esposa le gustaba comer zapallo. La Luna y su esposa se pusieron de acuerdo para hacer una chacra de zapallo y poder alimentarse bien. La Luna-hombre estaba contento porque ya habían hecho una chacra grande y pensaba: -Vamos a cosechar en abundancia.

2
La Luna le encargó a su esposa que mantuviese limpia la chacra. Su esposa también estaba contenta y pensaba: -Que grande van a ser los zapallos. Pero ella no le iba a contar a su esposo sobre estos zapallos tan grandes. Ella quería engañar a su esposo y comerse sola los zapallos.

3
Un día la Luna-hombre le preguntó a su mujer: -¿Cómo están los zapallos?. Y ella le respondió: -Todavía están verdes. Su esposo le creyó. Otro día la Luna volvió a preguntar sobre el zapallo y su esposa de nuevo le negó siempre diciendo que el zapallo seguía verde. –Cuando estén buenos yo te voy a avisar –le dijo a su esposo y él le creyó, aunque ya con alguna duda porque la cosecha demoraba y llevaba mucho tiempo.

4
Otro día la Luna se dio cuenta que su mujer al irse a la chacra se llevaba su ichinik (tinaja), y regresaba tarde y muy contenta, siempre sin traer nada. Por eso su esposo molesto le dijo: -¿Por qué demoras tanto sino traes nada? Es tiempo ya que los zapallos estén grandes y los comamos. Así, desconfiado el esposo Luna siguió a escondidas a su mujer y vio lo que ella hacía, porque en verdad la mujer engañaba al Hombre-Luna. Al llegar a la chacra primero prendía su candela y luego empezaba a cocinar zapallo y ella solita se ponía a chapear (Moler y mezclar frutos o vegetales), por eso regresaba muy tarde.

5
El esposo Luna al ver a su mujer solita se ponía a comer, se puso molesto, regresó a su casa y le dijo a su hijo mayor:
-No quiero seguir viviendo en la Tierra. Yo me voy arriba porque tu madre me engaña. Cuando venga le dices que estoy arriba.

En ese momento mientras hablaba una escalera de soga cayó a la tierra y por allí empezó el Hombre-Luna a subir junto con su hijo menor.

6
Cuando el Hombre-Luna y su hijo estaban subiendo gritaban unas aves diciendo: -¡digshap, digshap!.

La Luna le dijo a su hijo: -No mires eso hijo- pero el miró y se convirtió en gavilán. Entonces La Luna dijo: -Cuando el sol esté en medio del cielo siempre gritarás- y por eso siempre grita ese gavilán.

7
Cuando regresó la mujer de la chacra preguntó por su esposo Luna y su hijo mayor le contó diciendo: -Mi papá se fue arriba. Entonces la mujer desesperada también empezó a subir por la misma soga. Pero sus esposo Luna estaba arriba mirando molesto y esperó que su mujer avanzara y cuando estaba muy arriba, le cortó la escalera de soga. La mujer se vino abajo, cayó y se reventó su barriga y también el zapallo que ella había comido. El Hombre-Luna dijo entonces: -Ese zapallo que has derramado se convertirá en ave. Por eso ahora cuando la Luna sale siempre grita el ave llamada auju (Ayaimama, ave nocturna).

FIN

Tomado de: Relatos Amazónicos Ikamia Augmatbau. Año 2004

miércoles, 1 de febrero de 2017

Ayahuasca







Antiguamente el pueblo Awajun tomaba ayahuasca para visionar el futuro. Así sabían cómo enfrentar a sus enemigos. Quienes querían tener visiones debían antes dietarse –controlar el consumo de ciertas comidas y bebidas, así como mantener abstinencia sexual- y tomar la ayahuasca varias veces.

2
El Waimaku –Hombre de alto mando- cantando y tocando el Tuntui –tambor Awajun también conocido como manguare-, preparaba ayahusca y luego hacía que su gente la bebiese. Todos entonces se ponían borrachos y el cuerpo les temblaba porque el brebaje los ponía débiles. Luego apoyados en un bastón se dirigían hasta una catarata y dormían al pie de ella buscando alcanzar su Ajutap – Poder-.

3
Cuando amanecía el Waimaku les preguntaba si habían adquirido el Ajutap. Todos tenían que decir la verdad, y los que no habían logrado conseguirlo estaban obligados a seguir intentándolo para convertirse en buenos luchadores. Los que poseían el Ajutap confesaban, uno a uno al Waimaku, sus visiones y como habían sentido el poder del temblor, el de hacer caer el sol y la luna, el de la candela, de la lluvia, del frío, del tigre o el poder del sueño.

4
Cada visión de un guerrero tenía su significado y frase invocatoria. El hombre que tenía el poder del temblor decía: ¡Chuu, chuu wiya nugka pegag, pegag wajaun winmag tau! -¡Yo he visto que la tierra tiembla!- Cuando decía eso la tierra temblaba y las casas se destruían. Los enemigos entonces huían corriendo, y el guerrero con el poder del temblor mataba a todos los hombres, menos a las mujeres y los niños porque así lo mandan las normas Awajun.

5
El guerrero que tenía el poder del sueño, atacaba de noche haciendo dormir profundamente al enemigo, y luego empezaba a matarlos sin que nadie lo supiera.

6
Estos son los poderes de la ayahuasca, por eso los Awajun hasta hoy la tomamos. Ella nos ayuda a predecir el futuro, encontrar nuestras familias perdidas en el bosque, curar a los enfermos y luchar contra los enemigos.

FIN

Tomado de: Relatos Amazónicos Ikamia Augmatbau. Año 2004. Páginas 27 a 34