jueves, 19 de diciembre de 2013

¿Adónde van los globos?


¿Adónde van los globos que se escapan de las manos de los niños? Es una pregunta que nos hemos hecho todos alguna vez y a la que el siguiente corto, realizado por un equipo de animadores franceses para la publicidad de un canal infantil, da una respuesta sencillamente maravillosa:



Le ballon por ddbparis


Fuente: Blog Fogonazos

Vivaldi


Subí a una combi en la Av. La Marina. El bus lucía limpio y con los asientos en buen estado. Me ubiqué en un asiento. Iba a sacar mi libro para leer, pero comenzé a escuchar: La Primavera de Vivaldi. Cerré los ojos. El vehículo transitaba sin dar tumbos, aceleradas o frenazos. Sentía que escuchaba el aleteo de los pájaros.

Abrí los ojos. Junto a mi estaba sentado un niño. Yo le dije: Esa música es bonita. El me miró. Me dijo: “Mi papá maneja. Mi mamá cobra”.

¡Y era eso!

Se trataba de una combi hogar. Una familia era la conductora del vehículo. No me daban ganas de bajarme.

Parece que relato una historia de invento, o una ficción. Pero esto que cuento es de verdad. Yo estuve allí.






Saludos

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Mi Ceibo

 
Para llegar al trabajo, el bus me llevaba por la avenida Canaval y Moreyra. Allí veía en la berma central una fila de árboles. Algunos ventrudos otros con el tallo delgaducho. Sea que fuera invierno o verano, me alegraba la mañana, el saludar con la mirada a mis amigos.
Un día me sorprendieron. Sobre el grass que rodeaba su base, habían flores. Los árboles estaban de fiesta. La vida se celebraba. Los pétalos rojos, se acomodaban como cuentas de collar alrededor del tronco.

Ese árbol me gustó. Me fui a los lugares donde vendían plantas y describía mi árbol, pero nadie me daba razón de su nombre. Decidí entonces irme a las florerías que están en la Vía de Evitamiento. Una florista, atendiendo a mi descripción, me dijo: “Ese árbol se llama Ceibo”. Yo le pedí que me consiguiera uno. Dejé un adelanto y regresé a la semana siguiente. Me entregó un ceibito listo para sembrar.
Llegué a mi casa y seguí las recomendaciones para plantarlo. Luego lo regué. Y le hablé sobre el bus y sus congéneres ya crecidos que yo saludaba cada mañana.

Han pasado diez años desde que el Ceibo llegó a casa. Ahora está mucho más alto que yo. Lo he visto florecer hasta en seis oportunidades y cada vez que eso ocurre, el alma se me alegra.

Cuando estaba niño, comenzó a torcerse. Estaba creciendo inclinado. Pude haberlo dejado así, que ejerza su libertad. Pero ya de mayor, el peso podía doblarlo y caer. Le puse un madero al costado. El “ceibito” corrigió su postura y ahora crece mirando hacia el cielo.

Hace un ratito, hice un alto en mi escritura. Fui a la ventana y vi al Ceibo. Le saludé.




FIN

Colección Documental








En el año 2001 leí en el periódico la presentación en el Museo de Pueblo Libre de un texto sobre Rosita Campusano la pareja en Lima del Protector: José de San Martín. La cita era a las 7 de la noche. A las 7, la sala de reunión estaba totalmente llena. Se nos avisó que el inicio demoraría un poco. Después nos informaron que no habría presentación.

Me entretuve conversando con un maestro de historia que había ejercido en una escuela de Barrios Altos. El nos contó que por el año de 1970 del Ministerio de Educación llegaron unos funcionarios a su escuela ofreciendo suscripciones para la: Colección Documental de la Independencia del Perú, a publicarse en 1971, con motivo de la celebración del Sesquicentenario Nacional. El fue uno de los suscriptores. Mensualmente le iban descontando un monto de su haber. Pasaron los meses y él se olvidó de ese contrato. Ya en junio de 1971, recibió el aviso de que podía recoger su colección en el local de la Biblioteca Nacional de la Av. Abancay. Así que una mañana se apareció por allí.

Fue el primero en llegar a la mesa de atención y entregar su boleta para retirar su colección. Se sentó a esperar. En eso llegó un empleado de una librería quien también entregó su boleta. Pasada una hora se aparecen cuatro empleados, cada uno empujando una carretilla llena de cajas conteniendo libros. El maestro reclamó: "he llegado primero y resulta que atienden a la librería antes que a mí". El recpecionista de la biblioteca le dijo que las cuatro carretillas eran justamente de él y aun faltaban unas cuatro carretillas más.

El maestro nos dijo que gastó hasta el último sol, contratando dos taxis para llevar sus libros.

Él día tras día va revisando los libros. Nos dijo que aun en este año 2001, todavía tiene cajas que no ha abierto.
 
(FIN)

viernes, 13 de diciembre de 2013

Imposibles


Aquel hombre creía que todo se vendía y que todo se compraba. Un día su esposa le dio un hijo y el hombre esperó con impaciencia a que el tiempo le diera al niño la capacidad de pedirle muchas cosas y a él la satisfacción de enseñarle a negociar todos y cada uno de sus antojos.

Llegado el momento, el hombre lo invitó a que le presentara la lista de solicitudes. El niño pidió:

-El telón de los atardeceres.
-La clave de sol.
-Un aerolito.
-Las cosquillas que sintieron en la boca de los estómagos los astronautas que descendieron por primera vez en las praderas de la luna.
-El bosque de los abrazos.
-Un curso de idiomas para saber qué dicen el baile de las colas de los perros.
-Las lenguas de agua que murmuran en los troncos de los árboles.
-Las palabras fosforecentes que cantan en los ojos de los gatos.
-La corriente eléctrica generada por los besos.
-Un ratón de computador que le enseñe a evitar las ratoneras de las respuestas y que en cambio lo conduzca siempre al queso de las preguntas.
-Y un poco del sonido del mar con la posibilidad de colocarlo en el interior de una concha de caracol.

El hombre no supo qué hacer porque esas cosas no las vendían en ninguna parte.

Su mujer, entonces, lo llevó de la mano al almacén de la infancia.

(Jairo Anibal Niño. Poeta Colombiano)

domingo, 8 de diciembre de 2013

Noches de Cuentería






La última noche del 2013 para: NOCHES DE CUENTERÍA. Como cierre de actividades de este año llamado por los matemáticos: Esfénico. Será un encuentro. Una batalla pero de las buenas, es decir con la nobleza a flor de palabra, donde el único herido será el aburrimiento. Los dos narradores, se agarrarán a cuentazos, a fabulazos y a historietazos... ¡Pasa la voz!

Narradores:

Carlos Torres
Jorge Flores Johanson

La presentación será este jueves 12 de diciembre a las 7 :00 PM en:

EL PATIO DE LOS CUENTOS
(LALIMA - Jiron Camana 975)
Ingreso libre, salida pasada de sombrero.

Repito la dirección: Jirón Camaná 975, a media cuadra de la histórica Plaza Francia. Muy cerca del Queirolo.

ta’ mare, creo que la perdí



Ocho de la noche, calle Rufino Torrico, en la puerta del bar un tío anuncia: ¡Show en la barra! ¡Show en la barra!, yo venía de una fiesta de confraternidad de baterilleros y trabajadores del gremio de acumuladores y afines. O sea recuperadores de plomo, reconstructores de baterías, acopiadores de tierra, fabricantes de cubiertas, manufacturadores de placas y puentes de plomo. A mi juicio, no estaba ebrio. Me paré en la puerta. El anunciador me miró y me hizo la oferta: un sol y pasas. Metí la mano al bolsillo, y adentro.

Local lleno. Todos trataban de ubicarse pegados a un mostrador de madera. Las luces eran entre rojas, verdes y azules. Escucho: “Primera coreografía a cargo de la Princesa Leslie, aplausos del respetable”. Lo de respetable fue dicho en tono de pendejada por el locutor. Leslie se contorneó a ritmo de salsa. Nada extraordinario. Le siguió la charapa Tania, quien a ritmo de la chicha: El preso que fugó de la cárcel por ir a bailar salsa, nos entregó su performance. Aplausos del respetable, solo por cumplir.

Finalmente subió al mostrador, perdón barra: Angie. Sin anuncio previo comenzó a bailar el tema de los Rolling Stones. Quedé concentrado, mirando sus redondeces. No usaba sostén, vestía retenedores, ya que sus senos con el movimiento, parecían que querían escaparse del pecho que los cobijaba. El sumun, el momento culmen, digamos el Big Bang de la noche, ocurrió cuando Angie se inclinó y comenzó a mover acompasadamente las caderas. Nos había hipnotizado. Se movía como el péndulo de un reloj. Iba de izquierda a derecha y luego en el camino inverso. Yo en ese momento grité: No soy ni de izquierdas ni de derechas, soy de centro.

Acabó la función. El respetable salió. Yo me quedé y a una de las chicas le dije: Que venga Angie… y vino. Pedí dos cervezas, ella me dijo: No tomo cerveza. Pidió un trago el cual bebió como si fuera agua, y después otro y un tercero. Antes de que mi bolsillo fracasara me retiré. Ya en la calle, camino a tomar la combi recordé la billetera. Me palpé el bolsillo, no la sentí y me dije: ta’ mare, creo que la perdí. En el acto se me pasó la tranca. Ya en casa recordé que mi mamá me cosió un bolsillo secreto para guardar la billetera, y allí estaba, sonreí, y exclamé: “No la perdí”, pero esta vez sin puta madre de por medio. 
(FIN)

sábado, 7 de diciembre de 2013

María Reiche




Era un sábado por la tarde. A las cinco, Yo en la calle Malambito, en esa que llega a La avenida La Colmena cerquita de la Universidad Villarreal. Iba mirando libros de los que usados por allí se venden. Alguien coge un texto de tapas rojas y lo palmea como sacándole el polvo. El palmeador mientras hojeaba el libro expresa: “Dame un libro para ganar plata. El resto son huevadas.” El vendedor  no respondió. El tipo soltó el libro y se marchó. 


Yo levanté el rojo ejemplar. Era una biografía de la doctora María Reiche, la astrónomo y matemática alemana quien dedicó su vida al cuidado de las Líneas de Nazca. Allí mismo, me senté en un banquito de madera y a leer… 

María llegó al Perú en 1939, partió de su natal Alemania para encargarse de la tutoría de los dos hijos de un matrimonio peruano-alemán que residía en el Cuzco. Ella les enseñaba biología, geografía y matemáticas de una manera muy especial. Gustaba de dar largos paseos en el campo mientras impartía las clases. En una de esas salidas, tuvo un accidente: la espina de un cactus le penetró uno de sus dedos. No le prestó importancia. Al poco tiempo la herida se infectó. Un médico diagnosticó: la herida es muy severa. Para evitar que la mano se pierda es mejor extirpar el dedo. Y así fue. Luego de la operación, cedió la fiebre y María pudo recuperarse.


Debido a una decisión de la madre de los niños, la doctora Reiche fue despedida. Ya en Lima se empleó como traductora para el historiador Julio C. Tello. Conoció también a otro historiador, el señor Paul Kosok quien le dijo: María yo debo volver a mi país y ya que usted se queda en el Perú le sugiero que estudie unos dibujos muy raros que he visto en las pampas de Nazca al sur de Lima.


Un día María Reiche, con el poco dinero que había logrado juntar, compró dos docenas de escobas y veinte plátanos. Se subió a un bus y partió para Nazca. Pidió que el vehículo se detuviera en la carretera. Ella bajó con sus escobas y se instaló en medio de la soledad de esa pampa. Durante muchos años María barrió la extensión de la planicie y salvó para la humanidad el legado de los antiguos Nazcas.


Trabajaba en solitario. La apodaron: La loca de la pampa. 


Logró contar con el  auxilio de un bimotor. María se hizo sujetar con cuerdas a una de las alas y en las piernas se acomodó una cámara fotográfica de alta resolución que el instituto de aerofotografía le prestó. Partió el avión. Era el primer sobrevuelo sobre Nazca. El piloto la noche anterior había estado en una fiesta de bautismo  donde brindó y brindó. El avión hacía subidas y bajadas repentinas y María allí. De pronto vio algo que la estremeció. Era un dibujo hecho por los Nazcas.


El gigantesco dibujo que vio fue el de un Mono, que mostraba su cuerpo, sus patas, y la cola en espiral. Pero lo que le impactó a María fueron las manos del Mono. En una de ellas tenía cinco dedos, pero en la otra solo cuatro. Ese mono tenía falto un dedo: ¡Al igual que ella!


Dios, Los Nazcas, El destino, el azahar, no se sabe, habían determinado que María tuviera ese encuentro. Era la tarea que los Dioses Nazca le tenían reservada.





(FIN)

viernes, 6 de diciembre de 2013

Yanahuanca


Yanahuanca es la ciudad capital de la provincia Daniel Alcidez Carrión en la Región Pasco. Fui allí, en los años 90 porque quería conocer el sitio donde transcurría la novela: "Redoble por Rancas" de Manuel Scorza.

Yanahuanca fue zona de emergencia. Era uno de los lugares que había recibido incursiones de los grupos terroristas. No obstante el querer conocer pudo más y para allá me fui.

Para llegar a Yanahuanca, primero se pasa por la ciudad de Pasco que está a mas de 4000 metros de altura. Mucho frío, tanto que el agua cuando contacta con las manos parece un cuchillo de hielo. Luego de almorzar en Pasco, partí. La ruta pasa por una fría y extensa pampa, y después se comienza a descender por un estrecho camino. El ómnibus hacía requiebros y sorteaba las curvas. Luego de unas cuatro horas, llegué. Conocí Yanahuanca y el famoso río Chaupihuarango. Me bañé en las aguas termales de Villo y completé el paseo comiendo choclo con queso.

Para el regreso solo había como transporte un camioncito, así que a montarme en la tolva. El pequeño camión atestado de carga y pasajeros, iba trepando por las curvas, hasta que llegó a la pampa. En ese momento comenzó una feroz tormenta. Rayos y truenos invadieron el ambiente. La inmensidad de la pampa se vio estremecida con el sonido de los truenos. Vi un gentío de ovejas. Ellas cuando comenzó la nevada se apelotonaron y formaron un ovillo gigantesco. Se daban cuenta que frente a los peligros era mejor estar unidos.
El camioncito avanzaba. La nieve había cubierto toda la extensión de la planicie. Pararon los rayos y los truenos, y solo un mar blanco era lo que yo veía como horizonte. En eso, no se de donde, aparecieron unas llamas y también unas alpacas. Una llamita chiquita y delgadita saltaba sobre la nieve. El camioncito iba tan lento que alcanzamos a hacer contacto de miradas. La llamita me observaba y volvía a los saltos. Se daba vueltas y se paraba en dos patitas. Yo quería que ese instante durara para siempre.

Han pasado muchos años desde esa visita a Yanahuanca. Creo el destino me tenía reservado el encuentro con la llamita quien en medio de la terrible nevada, no perdía la alegría y saltaba celebrando contenta a la vida.





(FIN)