miércoles, 13 de enero de 2016

Sorpresa







Daban ya las 8 de la noche y aun no terminaba de alistarme. Era el cumpleaños cincuenta de mi amigo. Su esposa cuando me invitó me advirtió que no lo comenté con Julián su compañero, ya que se trataba de una sorpresa.

Para la ocasión estrenaba yo camisa y zapatos. Me eché harta colonia. De regalo llevaba una botella de vino tinto. Eran ya las 8 y 30 y caminé hasta la avenida Pacasmayo a esperar el bus. Pasaban todas las rutas menos la que yo necesitaba.

Son ya las 8 y 40, y me decidí a tomar un taxi. Es que no quería fallarle al amigo. Su esposa me dio claras indicaciones de que todos deberíamos estar antes de las 9, a fin de que cuando Julián ingrese a su casa, pues reciba una grata sorpresa. Me decidí por ir en taxi.

-¿Cuanto al Óvalo Huandoy?
-10 soles

Llegué en 15 minutos. En la puerta me identifiqué. Es que había servicio de vigilancia para prever algún zampón. La sala estaba llena. Saludé a los amigos, a los parientes. Había gente que no veía de mucho tiempo.

Seguían llegando invitados. Aparecieron dos jóvenes con unas ollas de olorosa fragancia: Carapulcra, preparada por doña Rosa. Eran ya las 9 y 30 y el homenajeado no aparecía. Alguien comentaba que la avenida Universitaria estaba imposible. Otro dijo: la Javicho también.

10 de la noche, y dos fuentes con rebosante Papa a la Huancaína hicieron su aparición. Un invitado portaba al hombro su cariño: una caja de cerveza. Y el de la sorpresa no aparecía. A las 11 de la noche, yo ya había perdido la cuenta del paso de fuentes y de ollas. A las 11 y 15 apareció la orquesta, y comenzaron su rutina de ensamblaje. Un invitado me pasó una cerveza. Nos presentamos, él se llamaba Anthony Meza y conversamos de donde conocíamos al dueño del santo.

12 de la noche. No había a quien cantarle el Feliz Cumpleaños. La orquesta inició su interpretación: “En los años 1600, cuando el tirano mandó…”, comenzó el baile.

Yo miraba la puerta esperando apareciera Julián el de la sorpresa. Miraba a los invitados, miraba a su esposa que se deshacía en disculpas. El santero sin aparecer y era ya la 1 de la madrugada. Me despedí. Por prurito y solidaridad no quise comer.

Luego de una semana me encontré con Anthony en la avenida Colmena. Le pregunté: ¿A qué hora llegó el del santo? Él me dijo que se quedó hasta las 6 de la mañana y no apareció. Nos despedimos. Mientras caminaba, pensaba que quien realmente dio la sorpresa fue Julián… jamás llegó.

FIN

Autor. Carlos Torres.

domingo, 3 de enero de 2016

Zapatos musicales, o El Cuento al Revés








Érase un zapatero muy querido en su pueblo. Realizaba primorosos mocasines, cómodas sandalias y fuertes botas. Elegantes zapatos de tacón y zapatos negros con amarre de cordones. No había modelo de zapatos que no pudiera cumplir. Todos los vecinos del pueblo estaban muy contentos con el hace zapatos.

Un día el zapatero tuvo una solicitud que no pudo atender. Una señorita le pidió hiciera para ella un par que al caminar produjeran música. La señorita quería uno de tacones y además musicales.

El zapatero se puso triste No podía hacer zapatos musicales. Pasaban los días y la tristeza no lo dejaba. Nunca más volvió a sonreir el hace zapatos. Un día le dijo a su esposa: voy a partir. No se cuando regresaré... y se marchó.

Sea que lloviera, hiciera frío, ocurriera viento o quemara fuerte el sol, pues nada detenía el caminar del zapatero. Llegó a un lejano pueblo y preguntó a un vecino: ¿Aquí hacen zapatos que emiten música?. Le respondieron que no. El zapatero dejó entonces el pueblo.

Llegó a otro pueblo, y después a otro y aun a otro más. Siempre preguntaba si se hacían zapatos musicales. La respuesta siempre era no. Pero un día en un una pequeña villa le dijeron: no, pero muy lejos de aquí hay un pueblo donde si los hacen. Quien le dio la respuesta no sabía como se llamaba ese lejano pueblo pero le indicó hacía que dirección debería caminar.

El zapatero emprendió su camino. Trepó montañas y cruzó ríos. Atravesó grandes bosques y caminó por llanuras. A cada pueblo que llegaba preguntaba por los zapatos musicales. Siempre le decían que allí no los hacían, pero le indicaban hacia dónde debía caminar para llegar a ese lugar donde si los hacían.

Después de muchos años llegó a un pueblo donde le aseguraron que si hacían zapatos melodiosos y musicales Pero resultaba que ese pueblo era el suyo. El mismo de donde había partido hace mucho tiempo. Preguntó por el zapatero que los trabajaba ya que quería llegar a su taller para aprender a confeccionarlos. Le dieron el nombre de la calle. Al llegar vio que era la cuadra donde el vivía. Le señalaron una vivienda, y resulta que era la de su antiguo taller.

Muy sorprendido, tocó la puerta. Le abrió una mujer. Era su esposa. El zapatero preguntó:

-¿Aquí hacen zapatos musicales?. 
-Sí. Yo los hago. 
-Nunca me dijiste que sabías hacerlos.
-Nunca me lo preguntaste.

(FIN)

Autor. Carlos Torres.

Basada en una historia de la serie de TV: Pasmarote y sus amigos, del año 1962.

Soy Narrador y Cuentacuentos. Para funciones y presentaciones, contactarme al fono 996583864, o escribir a: ctorres1000@yahoo.es

viernes, 1 de enero de 2016

El Dinosaurio

El Dinosaurio







Carlos estaba entusiasmado con la idea de volver a la vida a los amos de la tierra de hace 150 millones de años. Tenía un proyecto de cómo lograrlo: la picadura de un mosquito.

Carlos se había visto catorce veces la película Parque Jurásico. En ella un grupo de científicos había logrado una hazaña biológica: clonar el ADN de los dinosaurios gracias a la información genética que tenía almacenada un mosquito encontrado como encapsulado dentro de un globo sólido de ámbar. Era un mosquito contemporáneo de la época de los grandes reptiles.

Así que el entusiasta aprendiz de biólogo devoraba cuanto tratado sobre genética y ADN caía en su manos. Pasaba largas horas conectado a la Internet buscando información sobre dinosaurios y el motivo que explicara su súbita desaparición de la tierra. Carlos se hizo amigo de un profesor de biología, quien era el receptor de las consultas del interesado en dinosaurios. La más de las veces el profesor no tenía respuestas para tan desafiantes preguntas.

Sus amigos le decían que se había loqueado con eso de los reptiles gigantescos y manifestaban que era inútil eso de revivir dinosaurios ya que no le encontraban utilidad alguna. Le argumentaban los amigos de que si fuera valiosa esa iniciativa, los países desarrollados ya estarían trabajando en ello, y esto se sabría a través de la rica WIKI, o sea la wikipedia. Todo esto le decían al tiempo que iban subiendo fotos a sus face utilizando el smartphone con conexión 4G. Publicaban fotos de lo último de los juegos interactivos, de los goles de Messi y de las conquistas y enredos de las estrellas de los programas de reality de la televisión.

El tiempo fue pasando. Carlos recibió de regalo un libro sobre insectos. Se lo entregó un librero de Amazonas. Allí aprendió que los insectos pican a los animales mayores pero en un solo día lo hacen con una extensa variedad de ellos, y además procesan como alimento la sangre que van succionando, por tanto la información genética que pudieran guardar difícilmente puede ser de utilidad para clonar una especie. En otro tiempo Carlos había aprendido que los dinosaurios tenían una piel dura y gruesa. Sumando ambos detalles, pues pensaba Carlos que habiendo otros animales, resultaba muy difícil que los mosquitos piquen por ejemplo a un dinosaurio Rex o a un Triceratops. Recordó las escenas del mosquito dentro del ámbar y de la isla con los reptiles gigantescos de la película Parque Jurásico y entonces le resultaron tremendamente falsas. Que decepción se dijo. Que decepción.

Carlos acostumbraba a narrar historias. Era miembro de un grupo de Cuentacuentos, nada de cuenteros decía Maritta, miembro también del mismo grupo. Ellos cada sábado narraban historias, mitos, tradiciones y leyendas en la sala de lectura Mario Vargas Llosa de la Cámara Popular de Libreros de Amazonas. Ángel, Ricardo el Tata y Mario formaban también el equipo de cuentacuentos.

Un sábado el Tata narra una historia sobre una gallina que decide empollar un huevo gigante. Evidentemente no era un pollito lo que iba a salir de allí. La historia decía que nació un ave grande y cuando creció abandonó a su madre ya que debía volar para vivir. Se trataba de un pato. La gallina tenía alas, pero no le servían para remontar alturas, las usaba tan solo para aletear y para subir no más allá de un metro de altura.
Carlos no supo explicarse, el porque esa frase dicha por Ricardo le impactó: "La gallina tiene alas, pero no vuela como los patos". Ya en casa y mientras escuchaba una canción: "lo poco que tengo es tan poco que vale un millón...", una sonrisa le cubrió la cara. Se dijo: allí está la solución para volver a la vida a los dinosaurios. Se repitió la frase de la historia del Tata: ""La gallina tiene alas, pero no vuela como los patos".

Carlos recordaba que hace un año leyó: "El origen de las especies" de Charles Darwin. Era el texto que hablaba de la evolución y la selección natural. Sabido era que las aves son los descendientes directos de los antiguos dinosaurios. Una gallina es un ave. Entonces el genoma de la gallina tiene dentro de si el genoma del dinosaurio, solo que algunas proteínas inhiben las tres características fundamentales de un reptil de hace 150 millones de años: Garras, Dientes y Tamaño Gigante. Una gallina tiene alas que no sirven para volar y esas en un proceso de evolución hacia atrás pudieron ser garras, lo mismo con los dientes y el tamaño gigantesco de los reptiles.

¡Si se lograra realizar el proceso inverso de la selección natural se podría clonar a un Dinosaurio Rex!

Eran las 7 de la noche. Carlos salió corriendo a la calle e iba gritando: ¡Lo encontré! ¡Lo encontré!. Cruzaba las pistas, atravesaba veredas y penetraba en los parques. La gente lo miraba y se decía: ¿Que será lo que encontró?. Otros que conocían su afición a los cuentos pensaron: "Hasta que terminó por perder la razón. Ha confundido la realidad y seguro piensa que las historias que cuenta son de verdad"

Autor: Carlos Torres.

Para la redacción de esta historia me valí de la información de: ¿SE PODRÍAN RECUPERAR LOS DINOSAURIOS COMO EN PARQUE JURASICO?, publicada en la WEB de: Cuadernos de Cultura Científica.


Soy Narrador y Cuentacuentos. Para funciones y presentaciones, contactarme al fono 996583864, o escribir a: ctorres1000@yahoo.es