Hola amigos de Narracentro. Hoy comentando sobre un comic de hechura nacional cuyo autor es Jhonny Becerra Becerra, quien ha publicado una versión ilustrada del cuento: El Bagrecico del autor Francisco Izquierdo Ríos.
En mi opinión es la versión ilustrada de mejor factura que he podido leer a la fecha.
Aquí una versión (no la textual) del relato: El Bagrecico.
En
medio de la selva en un riachuelo de aguas claritas y rodeado de muchas
piedrecillas, vivía una comunidad de peces bagres, de aquellos de piel
un poco naranja y que poseen grandes barbas. Un viejo bagre, relataba a
los peces niños, que el conocía el mar. Contaba su historia y todos con
mucha atención le escuchaban.
Un
día, un bagrecico se acercó al narrador y le dijo: "Abuelo, yo quiero
conocer el mar". El anciano contestó: "Cuando yo tenía tu edad, fue
cuando inicié mi travesía hacia el mar". Así que una noche, a la luz de
la luna, el viejo bagre, daba lecciones y consejos el pequeño
aventurero. Casi ya al amanecer se despidieron. Se dieron un abrazo. El
bagre mirándolo a los ojos le dijo: "Tienes que volver".
El
bagrecico se deslizó río abajo, hasta llegar a un punto donde se unía
con un río más grande. Este tenía una mayor corriente y el recorrido
estaba plagado de muchas curvas, como si fueran mil vueltas. Luego entró
al cauce
de otro río aun mayor. Este tenía unas fuertes corrientes y caídas de
agua. Apareció una catarata, el bagrecico dudaba en seguir. Tardó unos
segundos, luego se lanzo a las aguas que abundaban en espumas, y sentía
que caía de una gran altura. Ya abajo, su cuerpecito pasó muy cerca de
una filuda roca. El río se volvió manso. El nadar fue ya más placentero.
La corriente llevaba suavemente al amigo. De pronto, vio una aldea.
Eran las casas donde vivían los humanos. Recordó lo que abuelo le dijo:
"Cuidado con lo que comes". Cerca ya del pueblo, había un pequeño muelle
y sobre el muchas personas provistas de redes y cañas de pescar. El
bagrecico vio un apetitosa lombriz. A la carrera se abalanzó para
devorarla, pero instantes antes de tocar la presa, se dio cuenta que
había un pequeño hilo que subía a la superficie, y de allí, a la sonrisa
de un pescador, esperando que el animalito pique y muerda el anzuelo.
Siguió
avanzando el bagrecico y el río se juntaba con otro aun mucho mayor.
Este tenía ya aguas muy turbias. Se asustó, pero nuevamente el deseo de
conocer al mar lo impulsaron a continuar. Aquí en el río pudo ver
manatíes y bufeos, también anguilas eléctricas y otros peces mayores.
Luego de unos tres días de viaje por este río de aguas turbias, vio que
se juntaba con una río inmenso, tan ancho que no se podían ver las
orillas. Recordó que el abuelo le dijo que en este río vería casas
flotantes inmensas y peces paiche de más de 6 metros de largo. Que mejor
viajara de noche, a la luz de la luna.
Una
tarde de lluvia, mientras el bagrecico nadaba y nadaba, observó que un
gigantesco pez zúngaro le seguía. Aquel era fuerte y veloz. Nuestro
amigo sentia que ya era alcanzado, Las fuerzas no le daban para mas. De
pronto vio una pequeña cuevita oculta por una cañada y allí se metió. El
zúngaro pasó de largo, luego regresó buscando a su presa, pero al final
desistió. Avanzaban los días y noches, nuestro amigo seguía su viaje.
Una mañana, decidió sacar su cabeza del agua y disfrutó de un amanecer.
Luego
de varias semanas de nadar y nadar, una noche escuchó un fuerte
murmullo. La luna estaba en todo su esplendor. El ruido se volvió
ensordecedor, había llegado al mar. Logró su sueño. El mar le bañaba con
su espumosa y salina agua. El bagrecico nadaba de espaldas y también
saltaba fuera del agua. Había llegado al mar.
Inició
el camino de retorno. Tuvo que nadar contra la corriente, desde el
inmenso río y luego en el río de aguas turbias, para después llegar al
cauce de las mil vueltas. Una mañana, reconoció que estaba ya en el
riachuelo de aguas claritas. Había llegado a casa. Pero no reconocía a
nadie. a el le habían crecido unas barbas muy largas. Entonces comenzó a
nadar en zig zag y a comentar a los peces niños, que el conocía el mar.
Los bagreccos le escuchaban, y así, uno se acercó y le dijo: "Abuelo,
yo quiero conocer el mar", nuestro amigo le responde: "Cuando yo tenía
tu edad, partí a conocer el mar".
(FIN)
Amigos, en más de una ocasión, me he sentido como El Bagrecico, que debe andar o nadar aún a contracorriente, para lograr su objetivo.
Saludos.
Soy Narrador. Para funciones y presentaciones, contactarme al fono 996583864, o escribir a: ctorres1000@yahoo.es
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