lunes, 26 de mayo de 2014

Libros y lectores


Un fuerte ruido me despertó. Encendí la luz, eran las cuatro de la mañana. Me calcé, me puse una bufanda y salí de mi habitación. El ruido había venido del segundo piso.

Mientras subía las gradas me preguntaba que sería lo que produjo semejante ruido. Aparentemente todo estaba inalterado. Mientras caminaba, solo me acompañaba el silencio. Abrí dos puertas, nada. Me dirigí al ambiente de la biblioteca. Con la mano derecha giré la cerradura y abrí la puerta, al mismo tiempo con la mano izquierda accionaba el interruptor de la luz. Lo que vi me impresionó.

Todos los estantes estaban vacios. Los anaqueles donde tenía guardados los archivadores con recortes periodísticos pues estaban vacios también. Abrí tres cajones donde tengo organizado un revistero y mi colección de ejemplares de El Dominical en orden correlativo comprendiendo un periodo de doce años. Pues no estaban.

Sobre la mesa quedaba un único libro de cuentos, de la que sobresalía un pequeño papel a manera de notas. Yo la noche anterior estaba leyéndolo y perfectamente recordaba que no había dejado ninguna anotación.

Con cierto temblor, abrí el libro y leí la nota. Esta decía: "Los libros, hemos decidido salir a buscar otros lectores"

(FIN)



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