viernes, 6 de diciembre de 2013

Yanahuanca


Yanahuanca es la ciudad capital de la provincia Daniel Alcidez Carrión en la Región Pasco. Fui allí, en los años 90 porque quería conocer el sitio donde transcurría la novela: "Redoble por Rancas" de Manuel Scorza.

Yanahuanca fue zona de emergencia. Era uno de los lugares que había recibido incursiones de los grupos terroristas. No obstante el querer conocer pudo más y para allá me fui.

Para llegar a Yanahuanca, primero se pasa por la ciudad de Pasco que está a mas de 4000 metros de altura. Mucho frío, tanto que el agua cuando contacta con las manos parece un cuchillo de hielo. Luego de almorzar en Pasco, partí. La ruta pasa por una fría y extensa pampa, y después se comienza a descender por un estrecho camino. El ómnibus hacía requiebros y sorteaba las curvas. Luego de unas cuatro horas, llegué. Conocí Yanahuanca y el famoso río Chaupihuarango. Me bañé en las aguas termales de Villo y completé el paseo comiendo choclo con queso.

Para el regreso solo había como transporte un camioncito, así que a montarme en la tolva. El pequeño camión atestado de carga y pasajeros, iba trepando por las curvas, hasta que llegó a la pampa. En ese momento comenzó una feroz tormenta. Rayos y truenos invadieron el ambiente. La inmensidad de la pampa se vio estremecida con el sonido de los truenos. Vi un gentío de ovejas. Ellas cuando comenzó la nevada se apelotonaron y formaron un ovillo gigantesco. Se daban cuenta que frente a los peligros era mejor estar unidos.
El camioncito avanzaba. La nieve había cubierto toda la extensión de la planicie. Pararon los rayos y los truenos, y solo un mar blanco era lo que yo veía como horizonte. En eso, no se de donde, aparecieron unas llamas y también unas alpacas. Una llamita chiquita y delgadita saltaba sobre la nieve. El camioncito iba tan lento que alcanzamos a hacer contacto de miradas. La llamita me observaba y volvía a los saltos. Se daba vueltas y se paraba en dos patitas. Yo quería que ese instante durara para siempre.

Han pasado muchos años desde esa visita a Yanahuanca. Creo el destino me tenía reservado el encuentro con la llamita quien en medio de la terrible nevada, no perdía la alegría y saltaba celebrando contenta a la vida.





(FIN)

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