miércoles, 23 de marzo de 2022

UNA PEQUEÑA DUDA

 




Marta dejó el bolígrafo encima del cuaderno y fue directa donde estaba su padre. Su padre estaba lijando la parte inferior de la puerta de la cocina. Raspaba con algo y hacía un ruido que se metía por los oídos. Marta con la cara seria de las grandes dudas, se paró delante de su padre.

-¿Qué? –le preguntó su padre.

Marta se llevó un dedo a la nariz y dijo que tenía una pregunta muy importante que hacerle. El padre dejó la lima encima de una de las tres banquetas que había en la cocina, se secó el sudor con un pañuelo y le preguntó a su hija que cuál era su duda.

-¿Papá, ¿por qué el ocho va después del siete? –fue la pregunta que hizo la niña mirando a los ojos de su padre.

El padre se mesó la barba de cuatro días, se quedó pensativo y se sentó. Cogió a su hija de cinco años en brazos, le dio un beso en la mejilla y le contestó:

-Porque si el ocho fuese antes del siete sería un seis.

La niña abrió sus dos manos, separó sus dedos, y contó:

-Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho y diez.

-No –le corrigió su padre-. Y nueve. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho y nueve.

Diez minutos después la puerta giraba sobre sus bisagras. Sin hacer ruido. Así:


(Tomado de: Diecisiete cuentos y dos pingüino, Daniel Nesquens. Anaya, año 2000.)



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