martes, 29 de diciembre de 2020

UNA CINTA AZUL DE DOS PALMOS Y PICO


En aquel pueblo, como en todos los pueblos, había niños tristes y niños felices.
Uno de los niños cumplió años y le regalaron muchas casos: un caballo de madera, seis pares de calcetines blancos, una caja de lápices y tres horas diarias para hacer lo que quisiera.
Durante los diez primeros minutos del niño miró todo con indiferencia.
Empleó otros diez minutos en hacer rayas por las paredes. Otros diez en arrancarle una oreja al caballo de madera.
Y otros diez minutos los pasó aburrido, sin hacer nada.
Al deshacer los paquetes, más aburrido que impaciente, había tirado por la ventana la cinta azul con que venía amarrada la caja de lápices, una cinta como de dos palmos, de un dedo de ancha, de un azul fiesta, brillante.
La cinta fue a dar a la calle, a los pies de Juan Lanas, un niño despierto, de ojos asombrados y pies descalzos.
Juan Lanas pensó que aquello era un regalo maravilloso, pensó que era lo más maravilloso que le había ocurrido en la última semana y en la que estaba pasando y seguramente en la que iba a empezar.
Pensó que era la cinta con la que se amarran las botellas de champaña a la hora de bautizar los maravillosos barcos que dan la vuelta al mundo.
Pensó que era la alfombra que usaron los liliputienses el día que se bautizó el hijo del Rey.
Pensó que sería un bonito lazo para el pelo de su madre, si su madre viviese.
Pensó que haría muy bonito en el cuello de su hermana, si tuviera una hermana.
Pensó que le gustaría usarla para pasear a su perro si era capaz de encontrar a Cisco, tan viejo.
Pensó que no estaría mal para sujetar a la tortuga que quería tener.
Pensó, al fin, que bien podía ser un fajín de general.
Y pensándolo empezó a desfilar al frente de sus soldados, todos con plumero.
Los que lo vieron pasar pensaron que era un niño seguido de un perro, pero Juan Lanas sabía que el perro era su mascota y que los soldados pasaban de siete, que era todo lo que Juan Lanas podía contar sin equivocarse.
Y mientras Juan Lanas desfilaba, el otro niño se aburría.

Juan Farías

Algunos niños, tres perros y más cosas. Espasa.


No hay ninguna descripción de la foto disponible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario