martes, 29 de julio de 2014

El lobo que contaba estrellas

 
Una señora vendedora de libros en el Campo Ferial de Amazonas me dijo: "Terminé de leer este cuento. Es bueno. Un poco triste, pero es bueno". Lo adquirí. Comencé a hojearlo y no paré hasta llegar al final. 

Viento era un lobo que de niño quedó sorprendido cuando quedó de espaldas al suelo y vio el cielo cruzado de multitud de estrellas. A partir de ese entonces noche a noche las iba reconociendo y las contaba. El se preguntaba, ¿cuál será el propósito de una estrella?. El tronco de un árbol sirve para afilarse las garras y las nieves de las partes altas,
alimentan a los aroyuelos. Entonces las estrellas deben servir para algo, le decía Viento a su lobo amigo Bruma, quien escuchaba sin comprender la pasión del compañero.

Un día Bruma dice: Tu ves a las estrellas y por eso amas al cielo. Yo veo al cielo y busco una sola estrella y por esa sola, amo al cielo. Pero he aquí que esa sola estrella de Bruma desapareció y el, acompañado de Viento sale por los campos y montañas a buscarla, hasta que la encuentran...


(El lobo que contaba estrellas de Pablo Genovés. Ediciones Palabra SA. Año 2003)



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