Antiguamente todos los animales hablaban, tenían sus primos, sus sobrinos, sus compadres.
Un día el zorro se encuentra con su sobrino el buitre y le dice:
-¿Qué haces sobrino?
-Aquí estoy -le contesta-; qué nublado está el día.
-¿Y cómo vos, sobrino, tienes la dicha de volar tan alto y conoces todos los lugares?
-Cosa fácil -se dice que le contesta el buitre-: consígase dos lapas (bases de calabaza, muy grandes, se usan como platos), dos piyolas (pitas, o cuerdas) y una guatopa (aguja de coser, muy grande)
El zorro ilusionado por conocer los lugares, lo saca de donde sea las cosas pedidas por su sobrino:
-Ya, aquí están las lapas y las piyolas, enséñame a volar.
Entonces el buitre le cosió las lapas muy fuerte a sus costillas del zorro; le dolían sus costillas y gritaba:
-¡Ay, ay, ayayau, sobrino, no me piques con esa guatopaza!
-Aguántate, tío, con esto va usted a volar.
-¿Ya? -así preguntaba el zorro.
-Espérese un momentito -le contesta el buitre-. Ya ahora si ya estamos listos para volar. Haga usted la prueba.
-No puedo -le contesta el zorro.
-Entonces le voy a cargar hasta que vea lugares, luego le suelto y usted vuela. Échate tío en mi espalda y yo vuelo -le dice el buitre.
Entonces el zorro se echó a su espalda y comenzó a volar.
-¿Ya viste lugares? -le pregunta.
-Todavía -contestó el zorro.
-¿Ya viste lugares o todavía?
-Ya, ahora ya. Suéltame sobrino.
Y lo soltó.
Entonces el zorro baja en tremenda velocidad y grita de miedo:
-¡Me mato, me mato, tiendan mantas, tiendan pellejos!
Y cuando se cayó al suelo la gente lo molió a palos, y decían:
-¡éste ha sido el maldecido que se ha comido nuestras ovejas y nuestras pobres gallinas!
FIN
Contado por José Rufino Rodríguez Silva, de La Collona.
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