martes, 18 de agosto de 2015

Leyenda del águila imperial


A pocas leguas del pueblo de Oyotún, ya en el término de los ramales de la cordillera, en la planicie occidental del fecundo valle de Saña, existe un águila bicéfala, altanera y enrome, mirando al poniente. Es de gran altura y mayestático y colosal monumento antiquísimo de piedra. No se sabe si es obra de la naturaleza o de los primeros moradores de la comarca. Pero el precioso tesoro monumental de granito existe, y encierra una leyenda.

Poco antes de establecimiento del Imperio Incaico, antes también de que los soberanos peruanos ostentaran la mascaipacha o símbolo de autoridad real, y la borla, cuando aun se adoraban los ríos, las iguanas y los árboles, un águila enorme recorrió las costas del antiguo Perú, buscando donde reposar. Todos los volátiles, temerosos, se escondieron, el cielo no fue surcado por animal alguno, todos los nidos estaban ocupados y solo el águila bicéfala revoloteaba alrededor de los cerros y de las alturas, mirando constantemente el sol. Ya al caer de la tarde, mirando la luz del astro, se dirigió a él para buscarlo y seguirlo, quien creyendo que había llegado la noche eterna se posó sobre la parte más alta de un cerro, que desde entonces lleva el nombre de cerro del Águila.

Esta leyenda es símbolo de la muerte de antiguas devociones y creencias y del triunfo del mito solar y de su culto, al establecerse la dinastía de los Incas.






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Carlos el Narrador

Soy Narrador y Cuentacuentos. Para funciones y presentaciones, contactarme al fono 996583864, o escribir a: ctorres1000@yahoo.es

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