Tiempo atrás, cuando el búho se convertía en joven enamorado nocturno y el zorrino se convertía en una hermosa y provocativa joven que con su atadito en la mano conquistaba muchachos para hacerlos sus maridos; en esos tiempos, el zorro bandido también tomaba forma humana para así poder enamorar a las mujeres.
Por esa época hubo un zorro que convertido en joven elegantemente vestido con poncho de vicuña, chullo puntiagudo y bufanda de la misma lana enrollada al cuello, buscaba comida vagando por los cerros. Andando así, un día vio a una hermosa muchacha que estaba pastando su ganado. Ella era una joven muy querida por sus padres, porque además de buena y trabajadora era la única hija que tenían.
Aquel día la muchacha estaba comiendo su fiambre de chuño blanco con asado de carne de llama, cuando se le apareció el zorro con apariencia de joven diciendo:
-¡Hola hermana! ¿Estás pastando llamas?
Como la joven no levantaba siquiera la vista, el zorro continuó:
-No me tengas miedo, yo también estoy pastando mi ganado de llamas que está detrás de la loma. Te he visto antes y siempre estás sola. Mira que el tata cóndor ha devorado crías de tus llamas y tú no lo has visto. Sería mejor que pastáramos juntos nuestros animales.
La joven pensaba para sí: “Este joven a quien nunca antes he visto ¿de dónde vendrá? ¿hijo de quién será?” y la duda la molestaba porque a la vez se sentía feliz con la presencia del apuesto visitante. Luego de pensar un poco dijo:
–Hermano, nunca antes te había visto, pero de todos modos de hoy en adelante seamos amigos. Estoy comiendo asado de carne ¿no quieres que te convide un poco? Y le dio de comer y el joven tragó un gran trozo de un solo golpe, lo que sorprendió a la pastora.
Desde entonces comenzaron a encontrarse todos los días hasta que hicieron el compromiso de casarse y fijaron la fecha.
Llegó por fin el día señalado para la realización de la boda, y los novios se presentaron elegantemente vestidos. El joven de pronto empezó a inquietarse y ponerse nervioso porque temía que comenzara el sonido de los cohetes y por eso no se desprendía ni un instante de la mano de su novia. Ciertamente los zorros tienen mucho miedo al ssshhhiii… ¡boum!… ssshhhiii… ¡boum! de los cohetes y él sabía que con un susto así volvería a su estado normal de zorro, pensando sobre esto se decía: “Ojalá no revienten los cohetes… ojalá que no. Ya no quiero ese ssshhhiii… ¡boum! ssshhhiii... ¡boum!. Que suceda lo que sea, no me importa, con tal que no revienten esos cohetes porque sería demasiado vergonzoso que me vieran echando a correr arrastrando mi cola hecha un trapo”. Así pensaba mientras meneaba ocultamente su cola, pensando cómo engañar a la gente.
Durante toda la ceremonia el zorro estuvo sobresaltado. Terminada la boda salieron los novios y sus acompañantes y fieles bailaron, mientras se dirigían a su casa. Cuando estaban llegando, el joven novio empezó a correr de un lado a otro como un cuy asustado. –Que no haya ssshhhiii… ¡boum!¡Que no haya cohetes!– decía.
Viendo esto, los invitados lo calmaron diciéndole:
–Señor novio, no tenga usted miedo. No se reventará ningún cohete, no habrá ningún ssshhhiii… ¡boum! Le prometemos que estaremos pendientes para impedir que alguien reviente un solo cohete. Siéntese en la ramada porque hoy es su gran día y vendrá mucha gente a saludarlo.
Entonces padrinos y novios se sentaron para recibir apjata de los familiares, mas el novio seguía muy alerta temiendo que en algún momento fuera a sonar un cohete. Así estaban cuando en eso llegaron los familiares de la novia, para ofrecer sus regalos reventando cohetes ssshhhiii…¡boum! El joven al escuchar tanto ruido empezó a correr convertido en zorro de mal agüero gritando ¡waq! ¡waq! Todos los invitados y la novia se quedaron paralizados al ver que el zorro huía dejando en el suelo su traje de novio.
Fue así que el zorro convertido en un joven elegante logró cautivar el corazón de la linda pastora que se quedó sin esposo.
Por eso las madres aconsejan a sus hijas diciéndoles:
–Antes de tener compromiso con un joven, hay que conocerlo bien, porque hay jóvenes listos y otros que no lo son, ociosos y no ociosos, necios y no necios.
FIN
Tomado de: Cartografía de la memoria, de Juan José García Miranda.
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