Derechos Humanos del Niño: 20 años
Sili
Laam observa los enormes aviones que aterrizan en la pista del
aeropuerto. Su aldea rural es estremecida por el ruido de los motores de
los jet, pero también por el rumor de los autos y de los camiones que
corren por la autopista que lleva a la capital Dakar (Senegal).
Silli,
pequeña poliomelítica de 12 años, no parece sentir el cansancio de su
lento caminar con las muletas. Quiere ir a Dakar en busca de trabajo.
"Pero a Dakar no puedo entrar con mi carrito", se justifica el chico al
que la niña ha pedido una jaladita. " ¡Vamos, vamos!", dice la
muchahcha, levantando su muleta como si fuera un bastón de mando.
La
capital se presenta a la chiquilla con el ruido de los variopintos
mercaderes, los gritos de los canillitas, el canto monótono de la vieja
abuela ciega que recita los versos del Corán, los gritos de una mujer
acusada de haber robado y la estruendosa música que por unas monedas
toca en una grabadora un chico minusválido. Se trata de una humanidad
pobre en plena lucha por la sobrevivencia, donde rige la ley del
"sálvese quien pueda". La situación es tal que ni siquiera las piernas
deformes de una muchacha poliomelítica logran suscitar compasión o
dulzura.
"¡Vamos!",
parece decirle Sili a sus muletas mientras sortea los charcos de la
calle de periferia donde tiene su sede la redacción del periódico Soleil
(El Sol). "Quiero vender El Sol", dice con decisión la pequeña al
hombre encargado de las ventas. "No importa sino soy un chico; las niñas
saben hacer todo lo que hacen los chicos". La niña firma un recibo por
trece ejemplares del periódico que deposita en una bolsa, para luego
irse por las calles de Dakar a gritar: "Soleil, Soleil", tratando de
ganar a los otros canillitas que gritan anunciando el diario de la
competencia: "Sud, Sud".
De repente, la pequeña vendedora se encuentra por casualidad frente a un negocio del centro. El dueño sale, le compra los trece ejemplares y le da un billete de diez mil francos africanos. Una verdadera fortuna para Sili, quien empieza ya a pensar como gastar sus ganancias: una sombrilla protegería de los inclementes rayos del sol a la abuela ciega, bebidas y canciones apara celebrar una fiesta con sus amigas, y muchas monedas para distribuir entre los pobres que piden limosna por las calles.
Pero como se sabe , a menudo los golpes de suerte de los pobres se transforman en desgracias. Cuando la niña se dispone a cambiar el billete, es acusada por un policía de haber robado el dinero. Ella no se atemoriza y desafía al policía diciendo que lo quiere acompañar a la comisaría. "Vamos, vamos" repite con insistencia al hombre. Afortunadamente, en la comisaría encuentra a un oficial gigantesco que escucha con atención sus razonamientos y le hace justicia a fondo.
Babou Seck, joven voceador del periódico el Sud, es un apasionado lector de libros. Es, además el mejor amigo de Sili en la gran Dakar. Y es también quien la defiende de las humillaciones y de las amenazas inflingidas por los otros pequeños vendedores de periódicos. Es él quien, sin pensarlo dos veces, se lanza a las aguas del puerto para recuperar la muleta que sus enemigos arrojan al mar.
Sili
paga esas atenciones narrando al chico las historias que ella ha oido
narrar a la abuela. Se tratan de historias y canciones que hablan de
amistad, solidaridad y valor, en que los pobres y los últimos dan prueba
de saber afrontar con la sonrisa en los labios los duros momentos de la
vida.
Cuando
una espesa tormenta está por caer en la ciudad y la banda de los
pequeños delincuentes le quita una vez más la muleta, su amigo se
desanima y pregunta mientras observa a la chica tendida en las piedras
del puerto: ¿Que hacemos? ¿Huimos? Ella responde: "Continuamos". La vida
de los dos vendedores de periódico continúa. Babou se echa a las
espaldas a Sili y se transforma, como por arte de magia, en su "muleta
humana". La chica se deja llevar suavemente por el amigo, al tiempo que
hojea el libro que el chiquillo lee en los momentos libres de su
trabajo. Ambos se pierden en el cálido color del sol que invade todo y
crea historias increibles como ésta.
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Hola amigos
baterilleros. Inicié este post con el relato sobre Sili Laam, niña que
se dedica a la venta de diarios en Dakar, Senegal. Este artículo lo leí
en la revista: "Misión Sin Fronteras" de mayo año 2000. Hoy me vino a la memoria
este artículo.
El relato es el argumento de una película: "La Niña Que Vendió al Sol" o "La Petite Vendeuse de Soleil". Film africano del fallecido director Dgibril Diop Mambety. En la cinta (subtitulada en Inglés), la niña recibe trece periódicos, los cuales se compromete a vender, firma una nota poniendo como rúbrica, el dibujo de un sol. Aquí la escena:
El relato es el argumento de una película: "La Niña Que Vendió al Sol" o "La Petite Vendeuse de Soleil". Film africano del fallecido director Dgibril Diop Mambety. En la cinta (subtitulada en Inglés), la niña recibe trece periódicos, los cuales se compromete a vender, firma una nota poniendo como rúbrica, el dibujo de un sol. Aquí la escena:
Como les decía amigos, este post era por la Convención Sobre los Derechos del Niño, pero se invirtió y tocó la temática de una película, donde la protagonista era una niña y eso también es bueno.
Saludos
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