Entre los años 1750 y 1760 vivió en Kyoto un gran pintor llamado Maruyama Okyo. Sus pinturas lograron excepcional calidad, despertando la admiración de muchos estudiantes quienes se esforzaban por copiar su estilo, y entre ellos había uno llamado Rosetsu.
Cuando llegó Rosetsu por primera vez a la escuela del <<SENSEI>> (maestro) Maruyama, resultó siendo el estudiante más torpe de todos los alumnos que habían pasado por la escuela del maestro. Su aprendizaje fue muy lento, y eso que trabajaba arduamente, esforzándose el doble que sus compañeros para conseguir la perfección, pero parecía que los dioses estaban en contra de él.
Muchos de los alumnos que ingresaron a la escuela después de Rosetsu, terminaron su instrucción y se habían convertido ya en pintores muy destacados. Solo el pobre Rosetsu era el único que no había hecho progresos durante casi tres años. Así desconsolado y sin aliento veía alejarse su sueño de ser un gran pintor; cabizbajo, triste y en silencio un día abandonó la escuela con la intención de abandonarlo todo.
Rosetsu caminó durante toda la noche y la mañana siguiente. Cuando cansado por falta de sueño y alimentación, se dejó caer sobre la nieve y se quedó dormido bajo un árbol de pino.
Poco antes del amanecer Rosetsu se despertó al escuchar un ruido extraño a menos de treinta pasos de él. Estaba cansado aún, pero se sentó, para oír y tratar de mirar el lugar de donde un chapoteo de agua se escuchaba. Al clarear el día vio que el ruido era causado por un gran KOI (carpa), que estaba saltando fuera del agua tratando de llegar a un pedazo de SEMBEI (galleta hecha de arroz y sal) que estaba sobre un bloque de hielo que flotaba en un estanque cerca del cual Rostesu se encontraba.
Iban ya tres horas completas en las que el pez saltaba fuera del agua, y no lograba el éxito. El continuo salto sobre los bordes del hielo le produjeron cortes y la sangre brotó. Rosetsu observaba con admiración la persistencia del pez. A veces coleteaba sobre el hielo tratando de llegar hacia la galleta que se hallaba lejos del borde. A veces saltaba lo más alto y esperaba caer sobre el hielo y poco a poco romperlo hasta ser capaz de alcanzar el SEMBEI, Ocurrió que la Carpa logró quebrar el hielo. Con sangre y dolor al fin le llegó la recompensa a su valiente perseverancia,
Rosetsu muy impresionado vio al pez nadando con su comida; "esto ha sido una lección moral para mi. Voy a ser como esa Carpa. No voy a volver a casa hasta que logre mi objetivo. Mientras haya aliento en mi cuerpo voy a trabajar para llevar a cabo mi intención. Trabajaré más fuerte que nunca y no importa sino progreso, continuaré en mis esfuerzos hasta que alcance mi propósito o moriré"
Después de esta decisión Rosetsu visitó un templo vecino, y oró por el éxito. También dio las gracias a la deidad local que le había permitido ver a través de la perseverancia de la Carpa la línea que un hombre debe tomar en la vida. Llegado a Kyoto, Rosetsu contó a su maestro la historia de la carpa y de su determinación para lograr su anhelo.Esta vez logró el progreso y se convirtió en el mejor pintor que Okyo hubo enseñado, consiguiendo ser uno de los más grandes pintores del Japón.
FIN
El relato fue publicado en: Leyendas y narraciones japonesas. Ediciones Perú Shimpo S.A. Diciembre 2012.
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