Mingo es el nombre de mi perro. Me lo regalaron hace poco más de un año. Me lo dio una señora que vende libros en Amazonas. Me dijo: "Está cruzado con labrador. Es un perro fino". Lo llevé a casa sobre la palma de mi mano. Me dije: es un perro chiquito. Resulta que creció un poco, y después siguió creciendo. No le veo labrador por ningún lado, pero eso me tiene sin cuidado. En su tarjeta de vacunas le ponen de raza: Mestizo. Yo le digo al veterinario: su raza es perro.
El juega conmigo. Nunca se llena cuando come, y cuando lo saco a pasear con su correa, tal parece que el me saca a mí. Yo se que el acostumbra a ladrar tres veces, y por eso lo presento como el perro matemático. En voz alta digo: Mingo raiz cuadrada de nueve, y Mingo da la respuesta acertada.
El no es peleador. He visto que cuando un perro le busca pelea, el lo mira y se da media vuelta. Es un perro con clase.
Hay un cuento de Graciela Cabal sobre un niño que tenía miedo y entonces adopta un perro callejero que termina comiéndose todos los miedos del niño. La frase final del cuento es: "El niño, ya no tiene miedo, ahora tiene perro". Yo puedo decir: Yo tengo Mingo.
(FIN)
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