El abuelo estrenaba ese día nuevo equipo de telefonía. Su nieto le había
obsequiado un celular de esos que llaman Smartphone, equipado con
batería de litio de larga duración. Se guardó el móvil en el bolsillo de
la camisa. El abuelo se quedó dormido sobre un sillón. El teléfono
comenzó a sonar. No escuchó el timbrar. Pasados unos dos minutos, vuelta
la llamada, y al igual que la vez anterior no hubo respuesta. Pero
después vino la tercera llamada. El vejete se despertó agitado. No tenía
fuerzas para moverse. Como pudo se arrastró hasta la ventana de la sala
y desde allí llamó a su hija quien estaba en el jardín. El teléfono
seguía timbrando. El abuelo se desvaneció. La hija lo vio, corrió y sacó
el celular del bolsillo de la camisa. El abuelo, abrió los ojos. Al
mismo tiempo escuchaba: Papá, te he dicho que no guardes tu móvil en el
bolsillo de la camisa, ya que se puede afectar el funcionamiento de tu
marcapasos. Es lo que nos advirtió el doctor.
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