Había una vez unas pastoras a las que les encantaban las fiestas. Siempre invitaban a un grupo de músicos que vestían ternos de color café claro.
Al amanecer, cuando terminaba la fiesta, los músicos partían. Las pastoras empezaron a ver cada vez, después de la fiesta, se perdía un cordero. Entonces decidieron invitar a los músicos a comer y encerrarlos así en la cocina.
Cuando amaneció abrieron la puerta: sólo había zorros y unos huesos. Eran ellos, los músicos, con los instrumentos que tocaban en las fiestas.
FIN
Tomado de: Kimsaqallqu, cuentos aymara para los niños del mundo. Proyecto y edición de Teatro de Tierra.Pehuén-Chile.
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