En las cercanías de un río vivían un cuervo y una tortuga, y un día resolvieron realizar una alianza, pero querían también determinar cuál de ellos sería considerado el mayor, ya que en China -donde se origina esta historia- el de menor edad siempre obedece al mayor. Pero había un inconveniente: ni el cuervo ni la tortuga sabían exactamente la edad que tenían. Entonces, la astuta tortuga dijo:
-Crucemos el río y quien llegue primero a la otra orilla será considerado el mayor.
El cuervo, que además de inteligente era honesto y leal, aclaró:
-No sería justo, pues yo puedo cruzar el río en cuatro aletazos, pero tu tardarías una hora para atravesarlo a nado.
-Pues de ser así, tú serías el hermano mayor y yo te obedecería. Sin embargo, te ruego que aceptes la prueba que te propongo.
Aceptó el cuervo y se dio la señal de partida. El ave alzó el vuelo y en un instante llegó a la otra orilla.
Al posarse en tierra, exclamó:
-¡Hermana tortuga: ya llegué! ¿Dónde estás tú?
-Aquí- se oyó decir y, al instante a pocos pasos de la orilla, entre la hierba, se alzó la pequeña cabeza de la tortuga.
-Pero... ¡no es posible! -exclamó el cuervo.
-Si, hermano cuervo; hace rato que he cruzado el río y te estaba aguardando pacientemente.
Como es de suponerse, el cuervo comenzó a sospechar que algo raro había sucedido, por eso le dijo a la tortuga:
-¿Tienes algún inconveniente en que repitamos la prueba?
La tortuga no opuso ningún reparo, pero comenzó a reírse.
Alzó el vuelo el vuelo el cuervo y, casi al instante, estaba en la orilla opuesta gritando:
-¡Ya llegué!
-¡Yo también... y antes que tú! -respondió a su lado la tortuga, irguiendo la cabecita con una maliciosa sonrisa.
El cuervo cada vez mas intrigado y desconfiado, no sabía a que atenerse, pues lo que había sucedido le parecía imposible. Entonces le pidió a la tortuga que intentaran la prueba por tercera y última vez, a lo que replicó la astuta y egoista tortuga, socarronamente:
-Se hará como tu quieras. Intentemos de nuevo.
El cuervo alzó vuelo, pero al llegar a la mitad del río se detuvo de pronto y gritó con fuerza a uno y otro lado:
¿Dónde estás tortuga?
De cada orilla y por entre la hierba, se asomó una tortuga. Las dos del mismo tamaño y del mismo color, y ambas gritaron a la vez:
-¡Aquí estoy!
El cuervo las miró un largo rato y finalmente, con gesto de contrariedad, les dijo:
¿De manera que dos tortugas mentirosas han querido engañar a un cuervo que actuaba con la más buena fe? Muy bien amiguitas. Ustedes no saben cuanto me alegro de mi derrota, porque gracias a ella he llegado a la conclusión de que no debo poner mi confianza y mi amistad en quienes no la merecen.
Y dejando confundidas a la tortuga desleal y a su cómplice, batió el cuervo sus alas y se alejó orgullosamente.
FIN
Autor. Anónimo
Tomado de: Cuentos fábulas y leyendas universales. O R Sánchez Teruelo Editor SRL. Año 1992. Páginas 8 a 15
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