viernes, 13 de marzo de 2015

Mi Oso







Cerca de mi casa quedaba el Parque Zoológico en Barranco. En un reducido espacio estaban confinados muchos animales: osos negros, osos del Ártico, un hipopótamo. Monos, paujiles, leones, tigres, zorros, cóndores. También un elefante y una pantera. Recuerdo a una tortuga gigante, que algunos decían que tenía tantos años como la patria, o sea unos 140. No faltaba quien saltaba la barda y se trepaba sobre la tortuga y zapateaba sobre su caparazón. Ciertamente no era un lugar apto para animales. Era más bien un campo de concentración.

Pero lo que más recuerdo ahora era la figura de un oso de pelaje marrón. Era gigantesco. Él estaba en una fosa y tenía una pequeña poza llena de un agua verdosa. El oso caminaba en círculos siguiendo la circunferencia de su pequeña laguna. Andaba sobre el murete que servía de límite a su piscina. Nunca se detenía. Podían ser minutos el tiempo que lo observaras. Horas quizás, y siempre verías al oso dar vueltas ¿Adónde quería llegar?

Algunos opinaban que el oso se había vuelto loco. Que un oso sano, se habría metido a su poza y disfrutado de un fresco baño.

Hoy que he leído la historieta de un Hurón confinado en un zoológico pues entiendo cuál era el afán del oso de pelaje marrón. El caminando por el murete hacía por cada día incontables circunferencias de recorrido. El oso tenía un propósito en su vida. Su plan era caminar y caminar hasta poder lograr olvidarse del lugar donde estaba. Caminar y caminar hasta trascender el recinto que lo tenía confinado. Caminar y caminar para llegar a esa vida en que no viera a tanta gente mirándolo con impasividad. Ese oso, iba en camino al siempre jamás.

Yo lo vi cuando tenía siete años y me daba pena el osito caminante. Siempre le recuerdo. Hoy a mis más de cincuenta, estoy tranquilo. Ya se adonde fue el oso.

(FIN)


Autor. Carlos Torres



Soy Narrador y Cuentacuentos. Para funciones y presentaciones, contactarme al fono 996583864, o escribir a: ctorres1000@yahoo.es

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