martes, 29 de enero de 2013

Tito


Un domingo por la tarde, me senté en el muro exterior de mi casa. Destapé una cerveza y me puse a leer un artículo de Tito Monterroso acerca de la presentación en España de un libro suyo. Eran como las cuatro.

Tito, contaba que estaba descontento con la manera en que se desarrollaba el evento. Había un ambiente de apatía tanto entre los miembros de la mesa de conducción, como en el público asistente. De pronto, nadie sabe de donde, se apareció un chucho, que caminó por el pasadizo del teatro concitando la atención de todos. Subió las gradas del escenario y terminó por perderse entre el cortinaje. Yo en ese momento de la lectura, alcé la mirada del periódico, miré hacia la calle, y justamente un chucho pasaba en lento caminar.

Nuévamente a la lectura. Tito comentaba que a pesar de sus esfuerzos, el clima de apatía seguía en el ambiente. Le tocaba tomar la palabra al director del teatro. El comenzó con sus saludos, pero he aquí que el chucho sale del cortinaje, baja las gradas y vuelve a desplazarse por el pasadizo. El público seguía con atención la caminata del animal, hasta que finalmente este salió de la sala.

Nuevamente, hice yo un alto en mi lectura. Vuelta a levantar la mirada, y el chucho que había pasado de izquierda a derecha hace unos minutos, hacía ahora frente a mi, el camino inverso.

Comprendí que no estaba solo leyendo a Monterroso, estaba viviéndolo.

Nota: Chucho, acepción coloquial para perro en Centroamérica.

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