Un señor llegó de viaje, desaperó su burro y lo soltó con la carga envuelta en el pescuezo.
El burro estaba comiendo, cuando los piojos empezaron a morderlo; empezó a sobarse en un tronco y se trampó la soga.
Ahí estaba que no podía destramparse. Ya era cerca de la oración(1), cuando pasó por ahí un puma muriéndose de hambre y dijo viéndolo al burro: "Por fin voy a desayunarme". El burro con el miedo lo dice: "Oy, destrámpame la soga del tronco, quiero llevarlo para la leña, que ya es tarde.
El puma lo destrampó preguntando: "¡Qué cosas son esas?" señalando las orejas del burro, "son espadas", le contestó.
Al oír eso, el puma tembló. Otra vez lo toca su rabo: "Qué cosa es esto?", el burro dice: "espantagente". Miró el puma las bolas del burro: "¿Y esto?", "Esto son municiones".
Por último el puma lo toca su herramienta del burro, "Esto es el cañón", le dijo.
Así, el burro se libró de las muelas del puma.
El puma se fue corriendo muerto de miedo y cruzó a una ladera de cerro a mirar donde dormía el burro. Después se encontró con otro puma: "Ahí abajo está un burro dormido. Vamos a comerlo, pero está bien armado. ¡Cómo lo hacemos?". Pesando, el uno lo amarró con un bijuco(2) al otro puma de los sobacos. "Te voy a descolgar por el cerro; cuando oiga bulla yo te jalaré para que no te vaya a matar el señor burro".
Entonces empezó a bajarlo, cuando el burro lo siente y principia a rebuznar. El sentir la bulla, el puma empezó a jalar el bijuco y el otro amarra'o se destrozó con las piedras. Cuando terminó de jalarlo, lo registra a su compañero y dice: "Lo que lo han hecho los balazos, espadazos, cañonazos", y que pues había sido de los jalonazos.
FIN
Tomado de: Biblioteca Campesina: San Mateo y otros cuentos. Relatos recogidos por los bibliotecarios rurales de Cajamarca. Publicación TAREA. Fascículo 9, páginas 29 al 32. Año 1986.
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