miércoles, 3 de diciembre de 2014

El uso de arquetipos en la conformación de los relatos






Hace muchos años, leí un artículo en el diario El Comercio. Aún recuerdo el título: “Lenin, no es el arquetipo”. A la fecha he olvidado el contexto político del Perú de esa época, pero lo que me llamó la atención fue la palabra: Arquetipo. Pese al tiempo transcurrido mantengo el interés en el significado de esa palabra. Sea esta entonces mi inicial oportunidad de poder descubrir acerca de lo que ella quiere decir.

De acuerdo al diccionario de la RAE, se define Arquetipo como: 

-Modelo original y primario en un arte u otra cosa. 
-Punto de partida de una tradición textual. Representación que se considera modelo de cualquier manifestación de la realidad.
-Imágenes o esquemas congénitos con valor simbólico que forma parte del inconsciente colectivo.
-Tipo soberano y eterno que sirve de ejemplar y modelo al entendimiento.

Comencemos afirmando que los arquetipos son construcciones de ideas que abordan conflictos como: lucha del bien y el mal, la felicidad o la infelicidad, el éxito o el fracaso. Estas construcciones de ideas son la base de los mitos y relatos de todas las culturas y sociedades. El protagonista del mito o del relato se moverá entre los extremos de lo que es anhelado, y de lo que es no deseado. Finalmente el protagonista mediante la ejecución de una acción llegará a tener suceso o tal vez no, y por tanto falle. Logrará la victoria, o le ganará la derrota.

Un ejemplo de arquetipo es la realización de un viaje. Otro arquetipo es la necesidad de tener confianza. Uno más es el afronte de una aventura. El realizar algo fuera de lo común también forma una estructura de arquetipo. También es arquetipo la noción de pertenencia, o sea la identidad.

En casi todo cuento hay un viaje, un partir, un abandonar lo conocido. El dejar la seguridad que da la familia por ejemplo. Me pongo a pensar en: Diarios de Motocicleta, que es la travesía de Ernesto Guevara desde Argentina hasta Venezuela, pasando por Chile y el Perú. Él protagonista dejó en su tierra natal una vida que aparentemente se iba a desarrollar sin mayores sobresaltos. A cambio, cada día su vida estará llena de sucesos impredecibles. 

Pongo otro ejemplo: El Bagrecico, cuento de Francisco Izquierdo Ríos. El pececito abandona la tranquilidad de las cristalinas aguas del pequeño arroyo de la selva alta y partirá sorteando peligros, todo ese esfuerzo en busca del mar. Muchas veces me he sentido identificado con este cuento. Es heroíca la acción del pez. El decide a ser canto rodado y que la vida lo vaya redondeando a golpes, pero como premio a esa decisión, conocerá nuevos horizontes.

El “creer para ver” como oposición al conocido “ver para creer” también protagoniza la estructura de un relato. Me refiero al confiar en la palabra empeñada. Cito aquí: El Alacrán de Fray Gómez del tradicionalista Ricardo Palma y, porque no anotar también la escena del Cantar del Mio Cid, cuando este acude a los prestamistas Rachel y Vidas y deja como prenda un carretón con cobertor, cargado solo de piedras.

Una aventura, transcurre en lugares fantásticos, en islas remotas, en los confines de lo conocido, y aún más allá. La Odisea es un ejemplo de ello. El relato del arribo de Naylamp a las costas del norte del Perú es otro buen ejemplo. 

Durante el transcurso de un relato, el protagonista debe hacer frente a las consecuencias de su decisión y así pasará por una suerte de aprendizaje ocurriendo una acción de Pascua, que es lo que le pasó a Moisés luego de atravesar el Mar Rojo. La parábola del Padre Misericordioso o más conocida como del Hijo Pródigo, nos brinda otro ejemplo. El protagonista decide disfrutar del mundo, reclama sus riquezas, pero estas rápidamente se acaban. En medio de su penuria reacciona y se dice que partirá a la casa de su Padre. Este le espera y por tanto se prepara y sale a su encuentro.

Son muchas las estructuras que conforman los relatos. Estas estructuras son universales y por tanto son del dominio de todas las poblaciones. Por ejemplo: la actitud de heroicidad que tienen los protagonistas de los cuentos. No solo de aquel que hace frente a dragones fabulosos, sino de aquellos que tienen el coraje de ir contra lo que la gente proclama y dice que debe ser. Sobre esto último anoto aquí el cuento: El oso que no lo era, de Frank Tashlin

Volviendo a la definición de Arquetipo, reitero que son como patrones de comportamiento. Son las formas en las que la conciencia humana experimenta el mundo y también son los matices de como el hombre se percibe así mismo.

Partiendo de lo citado en el párrafo anterior, reafirmo que siendo los patrones de comportamiento comunes a toda la humanidad, es decir que se repiten y están presentes en todas las latitudes,  pues los cuentos en sus textos también se repiten. La tradición del “Alacrán de Fray Gómez” es perfectamente similar a: “El milagro de la lagartija de esmeraldas”. El primer relato transcurre en la Lima Virreinal, el segundo en Ciudad Antigua Guatemala, también en la época de la colonia. Se trata de dos relatos muy similares que se desarrollan en lugares situados a más de cuatro mil kilómetros de distancia. 

Nuestro laureado escritor Mario Vargas Llosa tiene en su novela “Lituma en los Andes”, un relato que cuenta como una comunidad encara la amenaza del Pishtaco. La manera en cómo se resuelve la trama del cuento es muy parecida a la que tiene el mito del Minotauro de Creta. La primera historia ocurre en los andes peruanos y en un tiempo más o menos contemporáneo. La otra ocurre en los tiempos de la cultura Helénica.

Un compañero cuentista, nos comparte el relato de un africano que gracias a las habilidades de una mujer nacida del huevo de una avestruz, logra riquezas y poder, pero finalmente las pierde por la acción de su torpe comportamiento: ingratitud. Una cuentista brasileña quien llegó al Perú para participar en el festival: “Todas las palabras todas”, relata en su intervención un cuento que tiene como protagonista a una muchacha muy pobre quien recogía agua en un arroyo donde se le aparece un pez mágico y este pez le procura riquezas. Nuevamente por una actitud de torpeza lo pierde todo. Es en realidad un comportamiento de ingratitud. La cuentista al final de su historia señaló que era un relato recogido en la ruralidad brasileña.

Como conclusión expongo, que he descrito tres ocurrencias de relatos que se parecen en su estructura y en su argumento. Sociedades distantes geográficamente, de contextos muy diferentes y de tradición no igual, pues crean relatos muy similares. Los arquetipos hacen evidente su universalidad y confirman que su presencia no conoce fronteras.

(FIN)

Nota: El texto de arriba fue mi ponencia en el 2do encuentro de Patrimonio Vivo, realizado en Lima los días 24, 25 y 26 de noviembre del 2014 en la casa de Riva Aguero.


Soy Narrador y Cuentacuentos. Para funciones y presentaciones, contactarme al fono 996583864, o escribir a: ctorres1000@yahoo.es


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