
Un anciano, llamado el tonto tenía noventa años de edad y vivía en una casa que estaba al frente de una montaña. Cuando salía de su casa debía subir y bajar la montaña, y eso a la par de disgustarle lo dejaba muy cansado. Un día dijo a su familia: "Ustedes y yo nos pondremos a trabajar con todas nuestras fuerzas y nivelaremos un paso que nos lleve a través de la montaña".
Se alejó entonces con tres de sus hijos y nietos que pudieran llevar cargas, y comenzaron a romper las rocas y cavar la tierra, llevándolas en canastas al extremo del valle Puhai.
El sabio Hochu se río del anciano y trató de disuadirlo diciendo: "¡Que tonto sois! Con toda la fuerza y años que os quedan, no podréis ni siquiera arañar la superficie de la montaña" El viejo tonto de la montaña, dio un largo suspiro y dijo: "Solamente es vuestra mente la que no está de acuerdo; una vez que teneís la mente dispuesta nada puede pararos. Cuando yo muera quedarán mis hijos (para continuar el trabajo), y mis hijos tendrán a su vez hijos, y los hijos de mis hijos tendrán hijos, y a su vez los hijos de los hijos de mis hijos tendrán hijos, y así por generaciones. Y aunque mi descendencia continuara y aumentara, la montaña no crecerá en tamaño. ¿Por qué no podrá ser nivelada algún día?"
El sabio no pudo contestarle.
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